“Las cifras de empleo, de crecimiento, de fiscalización de abusos y delitos económicos y de reconstrucción de su gobierno pasado, comparadas con las de Piñera, son, por decir lo menos, pobres. Y el problema en Chile es que cuando las cosas van bien, todos piensan que es por mérito propio, pero cuando van mal, culpan al gobierno”.
“No logra generar una distinción nítida y operativa entre “expresiones culturales” y “expresiones religiosas”. Y el criterio de “no afirmación de entidades sobrenaturales” no lo ayuda para nada y resulta, además, totalmente arbitrario”.
“No tomarse el desafío de la sociedad civil en serio puede llevarnos a lo que Colin Crouch llamó “posdemocracia”: una situación en la que están todas las instituciones democráticas, pero operan en el vacío del hastío, el egoísmo y el desinterés general”.
“Atrapados entre cierta forma de antipolítica y cierta forma de mala política, se optó por la primera. Esto entregó estabilidad interna al Gobierno para impulsar una agenda de crecimiento económico, empleo y reconstrucción que resultó un éxito en sus propios términos, pero un fracaso en los ajenos”.
“La pregunta, entonces, es si la Presidenta elegida armará de nuevo un gabinete de confianza técnica al que pueda culpar de todo o bien uno que genere confianza en los indignados, pero que la vuelva plenamente responsable de los malos resultados”.
“El punto, en todo caso, es que para proteger la propiedad de las personas -y las libertades políticas de las cuales es seguro- se fueron generando instituciones que muchas veces se volvieron contra ella, naciendo una tensión paradójica entre Estado y propiedad que es solo mediada por la sociedad civil. Así, una y otra vez vuelve a nosotros la famosa pregunta de Juvenal: “¿Quién vigila a los vigilantes?”.
“Esta crítica, que en el fondo ataca la política de los grandes acuerdos, resulta bastante curiosa, considerando que las constituciones nacen precisamente para poner diques a la discrecionalidad en el uso del poder”.
“La pregunta por la cultura en Chile está atrapada en una espiral de irrelevancia. Y, en la medida en que esa irrelevancia avanza, quienes se dedican a la creación quedan más a merced de los intereses del poder”.
“El laicismo, además, pareciera no tener mucha razón de ser, si atendemos a la reflexión al respecto desplegada en el debate entre Habermas y Ratzinger, o en las obras de Charles Taylor: la fe es una fuente importante de sentido y cohesión moral en las comunidades políticas”.
“Y, sin embargo, cada vez más de las noticias consideradas relevantes por los medios de comunicación vienen de alguno de los círculos de ese pequeño submundo o se dirigen a él. Y es que los periodistas han comenzado a identificar Twitter con la opinión pública. Y esto tiene una serie de consecuencias, partiendo por empobrecer aún más el nivel del debate público”.