Columna publicada el lunes 29 de abril de 2024 por La Segunda.

En una entrevista publicada este sábado, la diputada Orsini señalaba que “no pudimos prever que en estos dos años el centro de la discusión política iba a estar en la seguridad”. La entrevista obviamente se había realizado antes del horrendo crimen de tres Carabineros en Cañete, pero es reveladora respecto de los obstáculos monumentales que hoy enfrenta el gobierno. Porque hace dos años –y antes– se podía prever sin dificultad la importancia de esta materia, como bien lo mostró el giro discursivo que tuvo que realizar el entonces candidato Boric. El horror de Cañete estremece al país, pero no hay novedades en la preocupación central del país.

Las palabras de la diputada nos permiten ver el país a través del lente con el que lo mira el Frente Amplio. Es el mismo lente que se encuentra en el inagotable pozo de declaraciones que dejaron en años recientes. Territorios liberados, refundación de Carabineros, inmigración sin límite como derecho humano, ese era el discurso desde el hoy presidente hacia abajo. Hay ahí toda una mentalidad al descubierto: una mentalidad ingenua o entusiasta con la violencia “liberadora”, un discurso que además bloquea la acción protectora del Estado.

Y, como cándidamente reconoce la diputada Orsini, es una mentalidad que sigue estando viva: en materia de seguridad, reconoce, “tenemos diferencias entre Apruebo Dignidad y el Socialismo Democrático”. Nada de esto significa que el presidente Boric esté atado de manos, que debamos juzgarlo por los dichos de sus correligionarios o por su propio yo de tres años atrás. Pero no estamos ante un hecho o una frase de la cual arrepentirse, sino ante una mentalidad de la cual alejarse. ¿Ha tenido lugar un cambio tal?

Caso aparte, por cierto, es el del Partido Comunista. Los gobiernos de la Concertación supieron cómo tratarlo: permitir su existencia y al mismo tiempo mantenerlo alejado de cualquier tarea de gobierno. Hoy eso no parece posible, pero sí cabe cuestionar su presencia en cargos importantes de política interior y exterior. Durante estos dos años, el PC ha destacado por una lealtad invariable a los peores enemigos externos e internos del Estado. El último añadido de su largo prontuario, apenas un día antes del atentado en Cañete, es la defensa del asesino de un senador para impedir su extradición desde Argentina. Aquí no hablamos de lo que el Frente Amplio tuiteaba durante el estallido. Hablamos de las posiciones de un partido al que se permite manejar información altamente sensible, y precisamente cuando el país enfrenta no una ola intensa de delincuencia común, sino genuinos enemigos. Si acaso estamos ante en un verdadero punto de inflexión se medirá, entre otras cosas, por la voluntad para poner término a esta realidad.