“Sin embargo, para hacer justicia no basta con tener buenas intenciones, y por lo mismo debemos tener cuidado: si estamos combatiendo la injusticia, lo mínimo es no utilizar medios injustos”.
“Joaquín Lavín -que algo sabe de todo esto- no andaba tan perdido cuando aludía al centro social. El detalle es que ese centro social se inclinó, de modo casi unánime, por la candidata de la Nueva Mayoría”.
“No obstante, la ley de identidad de género propone una solución reduccionista y disyuntiva de la sexualidad que no integra ambos aspectos de la identidad sexual humana, el biológico y sociopsicológico, sino que tiende a desconocer completamente el primero; y no parece tener en cuenta además, los derechos de terceros involucrados y las consecuencias en el ordenamiento jurídico y social”.
“Ante la expectación creada en torno a la última sentencia de la Corte Suprema de Estados Unidos, sobre la inconstitucionalidad de la “ley de defensa del matrimonio” (Defense of Marriage Act, DOMA), es importante precisar qué ha resuelto verdaderamente el máximo tribunal estadounidense, evitando atribuir al fallo un contenido diverso del que en realidad tiene”.
“Moderación no implica inmovilismo, pero abandonar la sensatez en política no es inofensivo”.
“Una pregunta aparte de la “realpolitik” es si esta primaria no marca el comienzo de una bipolaridad nueva en la política chilena, parecida a la norteamericana, que pondría ser el eje del liberalismo económico y los “valores tradicionales” en un lado de la balanza y alguna forma de keynesianismo y el progresismo moral por otro, situación que no agradaría ni a la derecha ni a la izquierda que imaginan la situación actual con anteojos de la Guerra Fría”.
“Hay pocas tesis sobre táctica política que merezcan ser descalificadas per se. Sin embargo, un conjunto de ellas resultan principalmente dudosas: las que se traducen en apoyar electoralmente a algún adversario o simular deshonestamente una posición política”.
“¿Qué quiere ser la Democracia Cristiana en este nuevo escenario? En líneas gruesas, tiene dos opciones: o bien hace valer su propia identidad y paga los costos asociados, o bien se conforma con ser la eterna prueba de la blancura de una izquierda radicalizada”.
“De tal modo, si es cierto que la política en nuestro país se está revalorizando, la idea de ejemplaridad debería comenzar a ganar terreno por parte de quienes se dedican a ella, dado que entrarán en contacto con el poder -aquella sustancia corruptora- y deberán mostrar un estándar ético superior al de la ley y una vida coherente con los valores e ideas que pretenden representar”.
“Nuestra identidad no parte de la nada, sino de una realidad concreta y tangible, que impone ciertos límites a lo que podemos hacer: la condición humana tiene sus propias condiciones”.