Columna publicada el lunes 22 de abril de 2024 por La Segunda.

Camilo Escalona y los ministros Elizalde y Vallejo se unieron al coro según el cual el gobierno ha logrado “normalizar” el país, “estabilizarlo”. Se trata de una nueva y curiosa normalidad, que incluye la elección de Gaspar Rivas en la vicepresidencia de la cámara baja, con votos (y celebración) oficialista; miles de jóvenes sin matrícula escolar; un grave retroceso en las campañas de vacunación; el homicidio de un exteniente venezolano; habituales emplazamientos presidenciales (a veces amenazantes) a la prensa o a otros actores; y así.

Pero esta decadente coyuntura no es lo único que vuelve inverosímil el discurso de la “normalización”. Lo principal es que la ciudadanía recuerda los propósitos iniciales de este gobierno. Después de todo, la plurinacionalidad y otras demasías no fueron expresadas con timidez, sino anunciadas urbi et orbi en la fallida Convención de 2022, cuyos borradores firmaban con fruición el presidente Boric y sus ministros. Ese, y no otro, era el horizonte de La Moneda.

Luego, es lógico preguntar si acaso no estamos en presencia de un mero repliegue táctico para mañana, cuando sea posible, apostar de nuevo por la victoria napoleónica que anhelaban Loncon, Atria y Stingo. Y también el presidente Boric y su gabinete. Porque, tal como reconoció en sus días de gloria el exministro Jackson, si las “transformaciones” se posponían no era para normalizar nada, sino para esperar el triunfo del “Apruebo” que nunca llegó. 

En este punto, la réplica habitual es que los críticos del mandatario no valoran sus rectificaciones. Lo cierto, sin embargo, es que apenas tres meses después del 4S Boric indultó —chapucerías mediante— a un puñado de “presos de la revuelta”. Eso y no la oposición fue lo que, junto a otros errores y zigzagueos, puso en duda su aparente giro posterior al plebiscito, hundiendo de paso la mesa transversal de seguridad que entonces empujaba la ministra Tohá.

Si La Moneda aspira a persuadir con su mensaje de “normalizar” el país, debe asumir este cuadro y actuar en consecuencia. Mal que les pese, son ellos los responsables de hacer creíble el abandono definitivo de las prácticas octubristas. No basta con aprobar leyes que poco tiempo atrás, cuando eran oposición, rechazaban (y que hoy siguen resistiendo parlamentarios del PC y del FA). Se necesita algo más.

¿Qué se requiere? Alternativas hay muchas, pero quizá ninguna sería más simbólica y eficaz en el respaldo al uso de la fuerza pública —condición básica de la normalización— que indultar a aquellos miembros de las Fuerzas Armadas y de Orden cuyas condenas por hechos de 2019 parecen contrarias a la justicia más elemental. Los casos existen y se han difundido en la prensa. ¿Los conocerá el presidente Boric, le importarán?