Carta publicada el jueves 30 de junio de 2022 por El Mercurio.

Señor Director:

Vamos camino a cumplir tres años desde el estallido social, y las huellas de la violencia, el saqueo y el vandalismo se siguen viendo en nuestras ciudades.

El lugar que más atestigua ese abandono es el centro de Santiago, con el oprobioso hito de la Plaza Baquedano, rebautizada paradójicamente como “Dignidad”. Pero no es lo único: la biblioteca comunal del parque Balmaceda, punto de encuentro social e intelectual, que unía a personas en un espacio público que incitaba al encuentro, hoy es básicamente un sitio eriazo y campamento.

Carabineros avisa que devolverán las ruinas de la iglesia de Carabineros (iglesia de San Francisco de Borja, que data de 1876) a Bienes Nacionales por el alto costo de su recuperación. Las empresas arrancan en masa del centro.

En palabras del escritor Roberto Merino, Santiago es hoy un sitio eriazo: “Lo único que puedo ver en esa huella del estallido es el odio. Lo que hay es basura. Eso es lo que dejaron”.

El octubrismo y parte de la izquierda han hecho vista gorda del problema; de forma paradójica, contribuyen a privatizar los espacios compartidos de la sociedad y a silenciar muchos de los lugares donde podíamos vivir lo colectivo. Vaya superación del neoliberalismo.

Rodrigo Pérez de Arce P.
Subdirector IES

Pablo Paniagua P.
Profesor investigador FARO UDD