Carta publicada el jueves 7 de abril de 2022 por El Mercurio.

Señor Director:

La tribuna del rector Vivaldi del día martes plantea una simple identificación entre lo público y lo estatal, para desde ahí justificar el trato especial que el Estado debiera tener respecto de las universidades estatales. Pero para defender dicho trato tal identificación es innecesaria: si se busca identificar a los beneficiarios del trato preferencial, nada más preciso que el término “estatal”. Lo público, en cambio, siempre ha estado integrado por una pluralidad de actores y está sujeto, por lo mismo, a una conocida equivocidad. El asunto importa, por lo demás, mucho más allá de las discusiones sobre la universidad: distinguir lo estatal de lo público es condición de una sociedad plural.

Con todo, tal vez lo más digno de notar en su texto sea un ingrediente que lo aleja del tenor usual de sus contribuciones: reconoce en él que en un sistema mixto como el nuestro no pueden valer exactamente las mismas reglas para todas las instituciones. La ausencia de objeción de conciencia institucional sería una singularidad de las universidades estatales, mientras que las restantes con toda naturalidad podrían acogerse a ella. En esto el rector se aparta de la línea seguida por casi la totalidad de la izquierda chilena, y no cabe sino felicitarlo por este valiente gesto de disidencia.