Carta al director publicada el martes 6 de octubre de 2020 por El Mercurio.

Señor Director:

En un texto publicado ayer, Heraldo Muñoz intenta responder a la pregunta formulada en mi columna del domingo: ¿cuáles eran las expectativas del presidente del PPD mientras esperaba en el altar? Según Muñoz, su única aspiración era firmar un pacto amplio de primarias legales, sin “acuerdo estratégico ni programático”. El presidente del PPD vuelve sobre su idea de acuerdos a “geometría variable”, esto es, de acuerdos flexibles y de distinto alcance.

Esta propuesta puede sonar bien en los tiempos fragmentados que vivimos, pero oculta una dificultad central: la política requiere de acuerdos algo más sustantivos. Una política fundada en el gusto del consumidor solo puede exacerbar las tendencias individualistas que se observan en el escenario. En ese sentido, uno esperaría de los dirigentes que aspiran a ser algo más que actores marginales una visión un poco más amplia de los enormes desafíos que enfrenta el país.

Aunque Heraldo Muñoz dice sentirse orgulloso de los logros de la transición, no deja de ser sintomático que en un texto publicado un 5 de octubre no haya ninguna alusión al plebiscito de 1988. Le guste o no, el hecho es que la ex-Concertación rompió el hilo con su pasado, y no ha encontrado el modo de recomponerlo. Eso tiene graves consecuencias políticas. Después de todo, su sector lleva más de quince años sin poder levantar una candidatura presidencial competitiva (o que permita proyección en el tiempo) al margen de Michelle Bachelet. Mientras no exista coraje para preguntarse por las causas de este fenómeno, la ex-Concertación seguirá esperando en el altar. El Frente Amplio solo llegará cuando esté en condiciones de absorber sus restos.