Carta publicada el domingo 16 de agosto de 2020 por El Mercurio y firmada por nuestro investigador Guillermo Pérez, junto a Báltica Cabieses, Claudia Martínez, Pía Mundaca, Jaime Ruiz-Tagle, Carolina Stefoni, José Tessada y José Tomás Vicuña

Señor Director:

Desde distintos ámbitos nos ha tocado estudiar la realidad migratoria y conocer personas migrantes. En algunos puntos hemos coincidido, en otros tenemos opiniones divergentes. Pero no por ello hemos dejado de conversar y debatir.

Chile necesita una nueva ley de migraciones, que sea moderna y flexible, para así poder dar respuesta a una realidad dinámica. Una legislación que no solo entregue un marco adecuado para la recepción y entrada de migrantes, sino que sobre todo considere su incorporación a nuestro país. En este contexto ha sido una valiosa experiencia el esfuerzo de diversos sectores por aportar evidencia al debate y cómo se ha involucrado la academia y la sociedad civil en la discusión.

No obstante, la integración social de la población migrante no solo se dará por la ley, sino que también como consecuencia de nuestras políticas, prácticas y discursos. Es por esto que observamos con preocupación el tono de la discusión política que esta semana vimos en el país, donde se hizo uso de ejemplos y metáforas cargadas de prejuicios y sesgos que estigmatizan tanto a chilenos como a extranjeros. Estos discursos impiden que podamos promover una sana convivencia, pues reducen la realidad migratoria. Hasta ahora el tono de la discusión había sido de alta calidad y colaborativo. Está en nuestras manos mantenerlo en ese nivel.

Chile se encuentra ad portas de aprobar una nueva ley de migraciones y vivir un período eleccionario intenso, que contempla la posible redacción de una nueva Constitución. Tan importante como el resultado será la forma en que enfrentemos el proceso. Hoy, cerca del 8% de la población es migrante y cerca del 10% de los niños y niñas chilenas tienen un padre o madre migrante. Debemos ser cuidadosos al hablar de migración porque detrás de ese concepto hay personas con las que convivimos; tampoco es válido etiquetar a los chilenos en extremos de pro y antimigrantes. Se deben considerar múltiples dimensiones, pero es fundamental el debate informado, con un tono y lenguaje respetuosos. Lo que digamos y decidamos hoy tendrá consecuencias por muchos años.