Artículo publicado el 15.06.18 en La Segunda.

Hugo Herrera no estuvo físicamente, pero sí se recordó su persona, sacando risas de la audiencia.

Anoche, no importó que el director del CEP, Leonidas Montes, hablara de Hugo al referirse a Daniel Mansuy, cuando comentaba el libro “F. A. Hayek. Dos ensayos sobre economía y moral”, que este último publicó con Matías Petersen. Fue un repetido lapsus que sacó risas y la respectiva corrección, que quedó en la anécdota considerando que el otro invitado a comentar el textos, Óscar Landerretche, usó la tribuna para reivindicar la incoherencia en la actividad intelectual.

Leonidas Montes recorrió el texto deteniéndose en algunas de las afirmaciones de los autores: “Esta idea lo cita al pasar, pero es más profunda”; “la crítica la comparto”; “eso no es cierto” fue el tono de su análisis, agregando argumentos para reforzar sus puntos. Describió a un Hayek sin una “imperiosa preocupación por la moral”; crítico “feroz” del concepto de homo economicus; y que al priorizar el mercado como elemento de análisis lo que hace es reconocer la innegable realidad del intercambio humano, la catalaxia griega.

Montes: “Tradición de desprestigio a Hayek”

“En Chile hay una entrevista maravillosa que le hizo Lucía Santa Cruz el año 81, que es una de las mejores que le han hecho a Hayek… Incluso los intelectuales más importantes en Chile no conocían a Hayek. Wilhelm Röpke sí era muy conocido porque Pedro Ibáñez y la Escuela de Valparaíso conocían muy bien al ordoliberalismo (escuela económica alemana impulsora de la economía social de mercado). Röpke le agregaba una mirada cristiana a Hayek, quien era agnóstico. En esa época era difícil hablar del mercado y requería una concepción moral afín a lo que se pensaba en Chile. Pedro Ibáñez, Carlos Cáceres, todos conocían a Röpke. De Hayek, tengo mis dudas. Quizás el único que lo leyó bien en esa época era Jorge Millas: fue un acérrimo crítico de él y eso creó una tradición de desprestigio a la figura de Hayek en muchos círculos de nuestra intelectualidad de fines del siglo XX y comienzos del siglo XXI”, sintetizó Montes.

“Carlitos Marx tiene una incoherencia bien parecida”

“El capítulo que menos me gustó fue el de Hugo”, bromeó Landerretche, para calentar motores de su comentario sobre el economista liberal, por parte de u militante socialista que reivindica a Marx sin complejos: “Para una segunda edición yo le cambiaría el título. “Apaleando a Hayek, pero queriéndolo igual”.

Y en esa dicotomía se enganchó la presentación de Landerretche: Las disculpas que piden los autores, para criticarlo, refleja una agonía, la misma que muestra la obra de Hayek: “Todo gran pensador que intenta construir un sistema filosófico, intelectual, si es íntegro y sabe los límites en que vivimos los seres humanos, tiene una cierta agonía”.

“Nunca he pensado que tenga que ser un gran atributo de un pensador ser coherente”, fue el salvavidas que lanzó.

“Hayek tiene esa pretensión de decir cómo es en mundo, mantenerse en el plano positivo. Pero está diciendo también un deber ser. Y al enfrentarse a la incoherencia del deber ser y del ser, ¿en qué momento te traspasas de un lado a otro? Esa es la agonía interesante, que Hayek intente plantear una utopía liberal, agregó, reconociendo que incluso “Carlitos Marx tiene una incoherencia bien parecida, que al final del día es inevitable: ¿Si el comunismo es una etapa científica de la historia, para qué hacer algo entre tanto, pues sí o sí se llegará a esa etapa final?”.

“Si establecemos la doctrina de la coherencia radical, de que todo el mundo debe ser coherente todo el tiempo, tan de moda hoy, estamos creando las condiciones para un cinismo patológico”, enfatizó.

 Y luego desnudó otras esferas donde se ven atisbos de incoherencia. Ejemplo 1: ¿Estás por el proyecto de la modernidad que considera el uso de la razón para cambiar el mundo y a la vez ser radicalmente liberal, que desestima la acción colectiva para la transformación social? Ejemplo 2: El ser humano es el lugar donde se encuentra lo animal y divino, el ángel y el demonio. Ejemplo 3: El Frente Amplio tiene ese mismo problema, quiere ser anarquista y político… ¡No te puedes arrancar del liderazgo!”.