Columna publicada el miércoles 27 de marzo de 2024 por El Líbero.

Ante la sólida posición en las encuestas de los últimos meses, la centroderecha vislumbra la posibilidad de alcanzar un nuevo gobierno con Evelyn Matthei. Sus equipos trabajan para dar con un relato y una campaña que les permita volver a La Moneda. Con su decisión prácticamente confirmada de no volver a postular a la alcaldía de Providencia, Matthei tiene una oportunidad única para elaborar un proyecto que aglutine a las mayorías necesarias para enfrentar las prioridades ciudadanas: las nuevas tendencias delictuales, el estancamiento económico y la inmigración descontrolada. En ese sentido, ante la magnitud de los desafíos, son razonables las dudas sobre los posibles riesgos que implica esta nominación y también sobre si podrá hacer frente a las demandas del Chile actual.

A grandes rasgos, Matthei enfrenta dos posibilidades: empoderar a una centroderecha cuyos cuadros se ven desorientados o simplemente terminar de destruirla. La buena noticia es que un posible gobierno suyo contará con buenos equipos técnicos legados del piñerismo. De tal forma, Matthei podría aliviar desde el inicio las dificultades que ha sufrido la administración Boric por displicencia, amateurismo y desconocimiento del Estado y sus relaciones internacionales. En otras palabras, su administración podría tener menos traspiés que la administración actual.

Pero, desde luego, lo anterior no basta. Los problemas que podrían surgir en ese hipotético gobierno son de otro tipo y, a la larga, pueden terminar siendo peores que las deficiencias administrativas: la falta de un proyecto político que la oriente. Naturalmente, las preguntas que deberán resolver los equipos de la alcaldesa de Providencia son del siguiente calibre: ¿Por qué Matthei debe gobernar Chile? ¿Para qué? ¿Qué pueden ofrecer sus equipos? Es cierto que la candidatura recién se levanta y que personas de gran capacidad pondrán los esfuerzos en levantar un diagnóstico, propuestas y un relato. Pero los partidos que apoyan su candidatura no han sido capaces de cumplir con su principal trabajo: ofrecer horizontes de país. Esto, sin contar las crecientes dificultades que implica gobernar, ni menos hacerlo en tiempos de crisis. Ya vimos lo que sucedió con el desfonde de los partidos durante el mandato del Presidente Piñera, actitud de la cual no han hecho ninguna autocrítica.

De esa forma, la candidatura de Matthei es una oportunidad para que las colectividades de centroderecha puedan volver a definir un contenido ideológico, que les servirá de orientación en los vaivenes de la política. Si ese objetivo no se cumple, es posible que el gobierno de la centroderecha tenga escaso éxito, pues no tardará en perder la dirección. El contenido es en realidad un pre requisito de la candidatura. Si Matthei 2026 carece de una visión de sociedad clara que ofrecer a la ciudadanía, entonces su proyecto no representa más que la búsqueda de poder por el poder y puestos de trabajo para los amigotes.

Aunque la tarea no es fácil, Matthei deberá integrar en su equipo a diferentes corrientes de la derecha, en lugar de limitarse a sus asesores habituales del nuevo progresismo que se incuba en los partidos de la centroderecha. En este punto podría radicar la oportunidad para que la centroderecha comience a superar su vacío ideológico y, al mismo tiempo, mientras lo hace, contribuya a estabilizar el país. Si la candidatura fracasa en este aspecto y no logra mantener un equilibrio adecuado entre las diversas fuerzas de derecha, es probable que la centroderecha termine enfrentando la misma situación que el Gobierno actual: contando los días para dejar La Moneda y entregando el sillón de O’Higgins a la oposición. Si ese será el panorama, mejor sería no presentarse.