Carta al director publicada el jueves 6 de julio por El Mercurio. 

Señor Director:

El ataque de sectores de izquierda en contra de la totalidad de las asociaciones civiles, aprovechando el escándalo de corrupción que involucra a fundaciones vinculadas a partidos del Frente Amplio, es oportunista e intelectualmente deshonesto. Se busca obtener ganancias ideológicas a partir del propio dolo. Según esta gente, el problema no es que militantes de un mismo partido se coordinen desde adentro y afuera del Estado para defraudarlo, sino que exista la coordinación misma entre privados y Estado.

El profesor Renato Cristi (ayer) se suma a este coro culpando al principio de subsidiariedad de “cercenar indebidamente funciones públicas”, permitiendo que privados cumplan funciones que “en justicia debería ejercer el Estado”. No señala un solo ejemplo para respaldar su afirmación, por lo que dispara a la bandada.

¿Son Bomberos de Chile, la Fundación Teletón, las universidades no estatales, la Fundación Las Rosas, el Hogar de Cristo, las instituciones de salud cristianas, Desafío Levantemos Chile, Techo para Chile, el Museo de Arte Precolombino, la Fundación Mi Parque, Coaniquem, Aldeas SOS, entre tantas otras organizaciones destacadas de la sociedad civil, simples usurpadores de recursos y funciones estatales? ¿No ve Cristi una fortaleza de la sociedad, en vez de un mero déficit del Estado, en la existencia de estas instituciones? ¿Por qué y en qué sentido sería mejor que el Estado no colaborara con ellas?

Por lo demás, la ejecución del aparente fraude en el caso de “Democracia Viva” involucra necesariamente la participación desde dentro del Estado de un funcionario de confianza del Gobierno. ¿Por qué Cristi y sus amigos no ponen en cuestión que el aparato estatal funcione, en buena medida, como botín y bolsa de empleos del gobierno de turno? ¿La corrupción no les importa, en tanto ocurra dentro del Estado? ¿Les da lo mismo traspasar funciones a un aparato burocrático poco profesional e intensamente intervenido por partidos políticos? ¿Hay algún interés inconfesable que hace que la izquierda chilena esté siempre en favor de hacer crecer el Estado, pero nunca de modernizarlo y profesionalizarlo?