Carta publicada el viernes 18 de noviembre de 2022 por El Mercurio.

Señor Director:

En carta publicada el miércoles, Mario Aguilar vuelve a defender el papel jugado por el Colegio de Profesores durante la pandemia. Su argumento más fuerte parece ser que las consecuencias negativas del covid responden a un fenómeno global. En consecuencia, no cabe atribuir responsabilidades del desastre al gremio que preside. En el mundo ideal que se construye Aguilar nadie tiene ninguna responsabilidad respecto de nada (y, supongo, todos duermen muy bien).

Ahora bien, dado que el Colegio de Profesores participa en el espacio público, y es determinante en la educación de los chilenos, tenemos el deber de formular algunas preguntas: ¿la actitud del gremio buscó atenuar la crisis, o contribuyó más bien a agravarla? ¿Mostró Aguilar preocupación por la deserción, por el aumento en las brechas pedagógicas y por el abandono de nuestros jóvenes? En la lógica comparativa que emplea mi contradictor, debe decirse que ningún país del mundo tuvo un gremio más obstruccionista que el nuestro, y de allí nuestras alarmantes cifras (un simple dato: Aguilar llegó a sugerir que las escuelas solo debían abrir en fase 5).

Mario Aguilar parece sentirse orgulloso de su papel en la pandemia; allá él. En cualquier caso, su nula autocrítica frente al desastre confirma lo que ya sabíamos: la educación de los niños no figura entre sus prioridades.