Carta publicada el viernes 16 de julio de 2021 por El Mercurio.

Señor Director:

En su carta de ayer, Jorge Jaraquemada afirma que para los sectores de centroderecha “no hay interlocutores” en la oposición. Me parece indispensable matizar esta afirmación, porque, dicha así, amenaza con aislar aún más al oficialismo. Es cierto que la lógica predominante en la centroizquierda ha sido renegar de su propia biografía —de los “30 años”—, como si la necesaria autocrítica exigiera abdicar de su obra o incluso validar “todas las formas de lucha”. Sin embargo, no conviene cerrarse a priori, sobre todo considerando que existen excepciones dignas de destacar.

En la Convención Constitucional, por ejemplo, la declaración sobre los supuestos “presos de la revuelta” fue objetada por representantes de diversas tiendas, incluyendo un convencional electo en cupo del PS. Asimismo, en la arena presidencial no son pocos los que desde la oposición se han distanciado de los planteamientos del candidato comunista Daniel Jadue. Y en el ámbito cultural y de la opinión pública basta recordar que, en el día de ayer, este mismo diario publica una lúcida columna de Cristián Warnken que analiza críticamente la violencia política.

No se trata de ser ingenuos ni de negar los gravísimos problemas que enfrenta Chile. El punto es que, precisamente por este difícil panorama, resulta crucial que los actores públicos de ambos lados del espectro político sean capaces de tender puentes y reconocer a sus adversarios comprometidos con los ideales del Estado de derecho y el modelo democrático occidental. Por el bien del país urge buscar puntos de encuentro, ahí donde sea posible.