Columna publicada el lunes 22 de febrero de 2021 por La Segunda.

¿Cómo leer la exitosa vacunación masiva en curso? Conviene explorar esta pregunta con rigor, pues no faltan las aproximaciones partisanas o incompletas. Quizá el mejor ejemplo lo ofreció Beatriz Sánchez. Para la candidata a la Convención (cuyo compañero de lista rechaza abiertamente las vacunas), este proceso refleja “lo que significa tener derechos universales, básicos y garantizados”. Es decir, el proyecto político de su conglomerado.

Las cosas, sin embargo, no son tan simples. Esta operación es dirigida por el Estado, pero involucra a una red descentralizada e integrada, apoyada en la cooperación público-particular. Y si bien la vacunación es universal en términos socioeconómicos, se basa en la prioridad de los más vulnerables. Por algo se comenzó con los adultos mayores, y por algo generó polémica la postergación de los enfermos crónicos. No se trata de la focalización posdictadura, pero tampoco de una homogeneidad sin preferencias ni prelaciones.

Izkia Siches ha sido más ponderada al describir este cuadro. La presidenta del Colegio Médico destacó, con toda razón, la trayectoria del sistema nacional de salud. Así, subrayó la relevancia que han tenido en esta gesta, admirada a nivel mundial, el programa de inmunización y la “red de atención primaria desde Visviri a Tierra del Fuego” (a la cual, ciertamente, se debió recurrir desde el inicio de la pandemia).

Siches, con todo, subvalora dos elementos. El primero consiste en el papel del gobierno, cuya labor no ha sido un mero “complemento”: sin haber asegurado las dosis, sencillamente no habría vacunación. Cualesquiera hayan sido sus errores en otros ámbitos, acá hay que aplaudir la anticipación y las exitosas gestiones tanto diplomáticas como económicas de La Moneda.

La segunda omisión de Siches es más importante. En sus palabras casi no hay referencias al valioso aporte de las entidades particulares de salud, cuya contribución no se limita sólo a la red integrada. Por ejemplo, en la llegada de “Coronavac” a Chile cumplió un rol fundamental la Universidad Católica, al punto que el acuerdo con los chinos comenzó con un acercamiento de la UC; la misma casa de estudios que —no lo olvidemos— algunos querían erradicar de la red pública por mantenerse fiel a su ideario.

Es indudable que nuestro sistema de salud necesita reformas: el seguro universal y el fortalecimiento de la atención primaria despiertan creciente consenso. Al emprender esos y otros cambios, sin embargo, deberá recordarse que el incipiente éxito de la vacunación se explica por la colaboración de entes estatales y particulares, con y sin fines de lucro, chilenos y extranjeros, con diversas lógicas institucionales. Algo muy semejante al significado genuino del principio de subsidiariedad.