Carta al director publicada el miércoles 27 de mayo de 2020 por El Mercurio.

Señor Director:

Prohibir la reelección de representantes resulta, en principio, contrario a los principios democráticos. En teoría, si la voluntad popular soberana desea elegir en repetidas ocasiones a la misma persona para cierto cargo, nada debería impedirlo. Del mismo modo, ningún ciudadano en pleno ejercicio de sus facultades y que no ha sido condenado a pena aflictiva tendría por qué ser discriminado para postular a un cargo público.

Sin embargo, los principios democráticos aplicados a rajatabla muchas veces terminan por hacer sucumbir, en la práctica, el orden democrático. Es por ello que frecuentemente son compensados y balanceados mediante otras disposiciones que buscan darle estabilidad y viabilidad al orden resultante. Ese es el tema central, por ejemplo, de “El Federalista” (Jay, Madison y Hamilton): cómo generar un diseño republicano que haga posible el gobierno popular, limitándolo.

Es de esperar que, logren o no su cometido (hay buenos argumentos republicanos en ambos sentidos), los grandes promotores de prohibir la reelección desde la izquierda recuerden después esta lección sobre el diseño de las instituciones que hacen posible y estable la democracia. Esto, porque solo ayer declaraban que todo quorum legislativo especial y todo mecanismo de control previo de constitucionalidad de las leyes eran “trampas contramayoritarias”, reñidas con la soberanía absoluta de la mitad más uno, y que solo por esta razón de principio debían dejar de existir. Hoy, seguramente, ya no usarían razones tan simples para fundamentar su postura.