Invitada: Mónica Jiménez

Los grandes cambios en la educación chilena, en qué época acontecieron y cuál ha sido su impacto en la situación actual fueron algunas de las preguntas que marcaron la segunda sesión de este grupo de estudio, conducida por la ex ministra de educación, Mónica Jiménez.

Basándose en una presentación confeccionada por el también ex ministro de Estado, José Joaquín Brunner, la expositora se refirió a la posición del sistema educativo respecto a la influencia del mercado, el Estado y otras instituciones. Resultó interesante observar las modificaciones que han sufrido el sistema de matrículas, el financiamiento y la participación de los privados en el sistema educativo chileno.

Durante la década de los 60, Chile tuvo un sistema de educación superior ligado estrechamente a las instituciones y oligarquías académicas. Se trataba de un sistema disponible para un “pequeño sistema de élites, minoritario y excluyente”, según se afirma en la presentación de Brunner.

Universidades menos profesionalizadas, pocos funcionarios y bajos sueldos para el cuerpo docente se convirtieron en la tónica de la época. Mientras se contaba con pocas instituciones, se volvió común que las universidades de mayor prestigio, como la Universidad de Chile y la Pontificia Universidad Católica de Chile, tuvieran sedes en regiones.

Después de 1973, mientras la cobertura crecía en un 50%, el gasto por parte de las familias en educación superior aumentaba en un 10% y las asociaciones estudiantiles se desmembraban, las instituciones fueron intervenidas a través de los rectores delegados desplazando la toma de decisiones de las universidades hacia el Estado.

Ya en la época de los 80 se tomaron medidas que trasladaron el centro de gravedad del sistema hacia los mercados, provocando no solamente la disminución del aporte estatal, sino también que la matrícula se volviera a duplicar. Esto, debido a la principal misión de dichas medidas: mayor cobertura y regulación de títulos y grados.

Entre 1990 y el 2010 se realizan esfuerzos para equilibrar la situación. El objetivo: comprometer más al Estado y a las instituciones. Destinar fondos estatales a los sistemas de acreditación y medición educativa fueron algunas de las medidas creadas para lograr dicho equilibrio.

Frente a la pregunta de cómo la concertación no previó la dificultad derivada de la falta de regulación (lo que gatilló el aumento de las matrículas en el mercado), la expositora respondió que nunca imaginaron la cantidad de expectativas que podría suponer la Educación Superior. A pesar de que hicieron grandes esfuerzos para regularla, dijo, todavía queda mucho por hacer.

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