Columna publicada el lunes 13 de noviembre de 2023 por La Segunda.

Da la impresión, a primera vista, que es fácil responder la pregunta que encabeza esta columna. Mientras un triunfo de la opción “A favor” fortalecería a los partidos y coaliciones que impulsaron el “Rechazo” —Amarillos, Demócratas, PDG, Chile Vamos y republicanos—, una victoria de la alternativa “En contra” pareciera darle un respiro a las izquierdas que apoyaron el texto de la fallida Convención.

Bajo ese supuesto, el horizonte del Partido Comunista es muy claro: nadie puede alegar ignorancia de los propósitos de Barraza, Jadue y compañía. A mediano o largo plazo —cuando la correlación de fuerzas lo permita—, ese mundo buscará reinstalar una asamblea constituyente soberana. ¿Lograría el socialismo democrático moderar el anhelo de sus socios? Si fuera por sus recientes declaraciones, cabe suponer que la órbita del PS y PPD no se prestaría para otro proceso de esa índole. Si, en cambio, miramos su conducta desde el 18 de octubre de 2019 en adelante, la conclusión es otra. Después de todo, tanto la Convención como el gobierno actual han revelado a la perfección qué significa, en concreto, la unidad de las izquierdas.

Como fuere, el triunfo del “En contra” también tendría sus ganadores en el otro extremo del espectro político. Con ese resultado, el 17 de diciembre no sólo festejarían viejas y nuevas izquierdas súbitamente cautivadas por la Constitución de Lagos/los “cuatro generales”, sino también Rojo Edwards, Vanessa Kaiser, Iván Poduje y todos aquellos que, con o sin reconocerlo, intentan desbancar por la derecha a JAK y sus huestes. Son los que —sin temor a la retórica caudillista— denuncian una farsa, una cocina, mero entreguismo, falta de “calle”, el “camino del flojo” o una mezcla de todo ello en el nuevo esfuerzo constitucional. 

Desde luego, es paradójica la súbita comunidad de intereses de esos políticos y youtubers con la cruzada electoral de Apruebo Dignidad. Pero tanto o más paradójico es el hecho de que el Laguismo y otros actores de centroizquierda ignoren que es justamente a esos influencers y su discurso anti-política a quienes puede terminar favoreciendo su apuesta por el fracaso del proceso en curso (una apuesta nada de obvia, tal como demostraron Amarillos y Demócratas al ir por el “A favor”). Dichos actores afirman temer a la derecha radical y a la demagogia, pero si se impone el “En contra” es probable que sea este tipo de agendas la que suba sus bonos en el corto plazo.

Porque, a fin de cuentas, con el “En contra” es el sistema en su conjunto el que saldría herido. A largo plazo tal vez beneficie a las izquierdas nostálgicas de “la constituyente”, pero hoy pueden capitalizar los que buscan, en sus propias palabras, “castigar” a la casta política. Nadie sabe para quién trabaja.