Carta publicada el martes 21 de noviembre de 2023 por El Mercurio.

Señor Director:

La muerte de Luis Larraín Stieb (1980-2023), que dedicó buena parte de su vida al activismo homosexual, es una noticia que entristece no solo a quienes estaban de acuerdo con sus banderas. Una de las cosas tremendas de la política identitaria y adversarial hoy dominante es que asume que disentir implica siempre una amenaza existencial, pues lo cuestionado no es la postura o la opinión del otro, sino la dignidad de su persona.

Larraín siempre evitó cruzar esa línea: se resistía a considerar a quienes discrepaban de él como enemigos, aunque los temas debatidos lo involucraran personalmente. Esto, a su vez, obligaba a sus contrincantes a bajar la guardia y prestarle atención.

Este rasgo del carácter de Luis Larraín impartía y seguirá impartiendo una valiosa lección de civismo a todos los que participamos de un debate público y una vida política que a ratos se vuelven sofocantes y deshumanizantes. Ojalá su ejemplo persista y fructifique, mientras él descansa en paz.