Columna publicada el lunes 20 de noviembre de 2023 por La Segunda.

En medio de la creciente ola de secuestros, uno de otro tipo volvió esta semana a primer plano. Se trata de ese prolongado secuestro de la política nacional por parte de la política universitaria, una captura que ya lleva más de una década. Es un secuestro con muchas caras, pero esta vez volvió en la forma de una renovada insistencia en la condonación del CAE. El proyecto definitivo, según se ha anunciado, se presentaría el 2024.

Para empezar, no estará de más recordar la insistencia con que esta promesa vuelve a emerger precisamente en periodos de campaña. Y el gobierno, aunque con más decoro que en el plebiscito anterior, está en campaña. Pero tal como asoma en esos periodos, tras las elecciones vuelve el realismo. Como notara el ministro Mario Marcel en abril de 2022, la deuda total supera todo el paquete de medidas de reactivación entonces impulsado por el gobierno. “No quisiéramos que se le condonara a un profesional de altos ingresos a costa de los trabajadores de menores recursos”, sentenció.

Esta condonación no es lo más prioritario, concedía también el presidente Boric a principio de este año. Si tenía la razón en marzo, esa verdad solo se ha vuelto más manifiesta en el curso del último semestre. La crisis educativa sigue concentrándose en la esfera escolar, como lo muestran los ya casi 90 días sin clases de los alumnos de Atacama y la honda huella de abandono escolar en todo el país. ¿Hay una promesa de campaña? Cierto, pero gobernar es priorizar.

Nada de esto significa ignorar el drama real que en muchos casos representa el CAE. Y hay aspectos en que ese drama puede ser atendido. Hay todo un rango de propuestas aceptables en lo que se refiere a la condonación de intereses draconianos, y en las medidas especiales respecto de quienes por cargas e ingresos no pueden pagar. Pero la estrategia ha sido todo el tiempo jugar entre la sobria aceptación de estos límites, y el juego con los titulares grandilocuentes que vuelven a encender el entusiasmo de la clientela en el minuto correcto. En esos instantes, cabe presumir, es el ministro Marcel el secuestrado.

Con ese ir y venir, sin embargo, se ha destruido todo incentivo para que el CAE siga siendo pagado por quienes pueden hacerlo. Incluso cuatro diputados, revelaba el año pasado la prensa, mantenían una deuda que difícilmente se condice con sus ingresos. Se trata de una afrenta para quienes con esfuerzo han pagado, contribuyendo así también para las generaciones futuras. Como en tantas otras materias, cabe preguntarse cómo se exige a los ciudadanos comunes y corrientes lo que la élite no cumple; y cabe asimismo preguntarse cómo se sostiene luego un país en el que nadie cumple. Ojalá no nos enteremos.