Carta publicada el martes 26 de septiembre de 2023 por El Mercurio.

Señor Director:

En una carta del día domingo, Agustín Squella se pregunta por qué nuestra libertad se reconoce solo en el orden económico y no el orden moral y de los proyectos de vida. Al menos tres preguntas surgen tras leerlo. La primera es de qué país está hablando. Porque podrá discutirse los grados de pluralismo vivido en Chile en distintos momentos, pero hoy se trata de una comunidad en que una infinidad de visiones morales, políticas y religiosas se encuentran vigorosamente representadas. Retratarlo de modo distinto es retóricamente eficaz, pero en la práctica engañoso.

En segundo lugar, cabe preguntarse si acaso ese modo de plantear las cosas tiene sentido siquiera en el plano económico. Resulta bien sintomático de nuestra situación que, para avanzar su visión en el plano cultural, pensadores de nuestra izquierda crean necesario adoptar una retórica libertaria. Si tienen razón en criticar la mezcla de liberalismo económico y conservadurismo moral, tal vez tenga más sentido reconocer que en todos los campos hay una pertinente pregunta por los límites.

Por último, asombra que el profesor Squella ignore la diferencia estructural entre ciertas dimensiones de la vida. La vida moral supone libertad tal como la vida económica, en eso estamos todos de acuerdo. Pero eso no la vuelve análoga a un paseo por el supermercado. Entre otras muchas razones, porque las visiones morales se oponen entre sí de un modo que no lo hacen las marcas de cereales. De ahí la dificultad para plasmar en una Constitución cómo estas distintas visiones se van a entender. Ardua tarea, por lo que se ha visto, pero ella requiere que al menos partamos por reconocer la naturaleza del desafío.