Columna publicada el lunes 4 de septiembre de 2023 por La Segunda.

Hace un año, a las 17:15 aproximadamente, se instalaron unos parlantes en el frontis de La Moneda (que pronto serían retirados). El autor de la idea habría sido el entonces jefe de gabinete presidencial, Matías Meza-Lopehandía —artífice también de los indultos que luego le costarían el cargo—, y la apuesta era que un triunfante Gabriel Boric hablara desde el balcón. El hecho es tragicómico, pero ilustra a la perfección la cruzada del gobierno por el Apruebo: un “intervencionismo sin precedentes”, en palabras de Belisario Velasco. 

El fallecido exsubsecretario de Patricio Aylwin fue una de las muchas voces que advirtieron los graves problemas de la Convención. Quien primero anticipó su fatídico destino fue la exdirectora de The Clinic, Lorena Penjean: “el proceso es tan importante como el resultado, sino basta con recordar la experiencia colombiana y el Brexit”, decía Penjean en su sentida carta de renuncia a la secretaría de comunicaciones del malogrado órgano (2 de febrero). 

Poco después se publicaría el manifiesto fundacional de Amarillos por Chile, encabezado por Cristián Warnken. Entre sus más de 70 firmantes se encontraban los premios nacionales Iván Jaksic, José Rodríguez Elizondo y Sol Serrano, junto a varios exministros y exparlamentarios de la vieja Concertación. El peso de la república resonaba en ese manifiesto, que no aceptaba “la deconstrucción de Chile, ni su desmembramiento, ni su refundación”. Esta fue la raíz de la centroizquierda por el Rechazo.

Entre los referentes de ese mundo destacaron los maltratados exconvencionales Chahín y Harboe, Javiera Parada, Óscar Landerretche —su documento “A quien pueda interesar” diseccionó con lucidez el borrador fracasado—, y los senadores Rincón y Walker. Su reforma de los “cuatro séptimos” flexibilizó la Constitución vigente y ayudó a generar puntos de encuentro entre diversos sectores.

Quizá la crítica más aguda fue la del expresidente Frei Ruiz-Tagle, quien no temió denunciar que hoy “las dictaduras se inician y luego se consolidan mediante la captura de la judicatura”. En la misma línea se pronunció Genaro Arriagada, generalísimo del No en 1988, advirtiendo del “riesgo autoritario” inherente al Apruebo.

Con todo, esa inesperada constelación transversal no habría sido posible sin el pragmatismo y la articulación que impulsó la centroderecha política e intelectual a lo largo del proceso. Tanto el “rechaza por una mejor” como el compromiso por una “nueva y buena constitución” favorecieron las confianzas y los acuerdos (expresos y tácitos) que contribuyeron al mayor batatazo electoral desde la restauración democrática. 

En diciembre nuestro país tiene la oportunidad única de proyectar ese hito. Los consejeros republicanos y de Chile Vamos deben recordarlo.