Columna publicada el lunes 3 de abril en La Segunda

“Fuimos una oposición sumamente injusta y a mí me preocupa que hoy la derecha, habiendo sufrido eso y siendo conscientes de lo injusto que fuimos, esté cayendo muchas veces en las mismas prácticas y con más vehemencia aún”. Así resumía ayer en La Tercera Tomás Vodanovic, alcalde de Maipú y militante de RD, el escenario político actual. El mensaje es claro: con la experiencia de gobernar la nueva izquierda estaría sacando ciertas lecciones pero, ante ese esfuerzo, la oposición le negaría la sal y el agua. ¿Es así?

No. Basta un breve rodeo para advertir que, más allá de sus loables intenciones, la cuña del alcalde Vodanovic sencillamente no se ajusta a los hechos.

Por de pronto, no estamos frente a un gobierno consistente en sus aprendizajes, sino ante un zigzagueo tan persistente como exasperante. Sus primeros meses en el poder estuvieron plagados de chambonadas —la exministra Siches huyendo de Temucuicui, vencimientos de plazos judiciales, chascarros diplomáticos y así, el listado excede el espacio disponible en estas líneas—, pero el relativo cambio de énfasis y agendas sólo llegaría luego del monumental fracaso de septiembre.

Antes, el presidente Boric y su equipo exhibieron una imprudencia inédita desde el retorno a la democracia. Sin medir las consecuencias ni escuchar advertencia alguna, quemaron las naves con tal de apuntalar al Apruebo, incluyendo quioscos, giras y hasta firmas de borradores, en lo que Belisario Velasco diagnosticó con toda razón como “un intervencionismo electoral sin precedentes”.

Después de la derrota en el plebiscito y obligados por el nuevo contexto, desde La Moneda se prometieron grandes acuerdos, se esbozó un tono de Estado y hasta se reivindicó a Patricio Aylwin. Pero muy pronto los malogrados e injustificados indultos revelarían cuán circunstancial e inestable era aquel discurso. Al fin y al cabo en el corazón de quienes gobiernan, tal como en Vodanovic ayer, Octubre continúa siendo recordado con nostalgia.

Visto en retrospectiva, este cuadro podría haber provocado o bien dudas respecto a la continuidad del proceso constituyente (¿era confiable Apruebo Dignidad luego de la Convención?); o bien una seria tentación de acusar constitucionalmente al presidente Boric (¿conoció el prontuario de los indultados? ¿cumplió o abandonó sus deberes?); o ambas. Pero nada de eso ocurrió.

Si hoy avanza la Comisión Experta, y si el actual mandatario no ha enfrentado el juicio político que por partida doble amenazó a Sebastián Piñera, es porque la centroderecha —cualesquiera sean sus defectos— ha mostrado en los momentos cruciales un sentido de responsabilidad que la nueva izquierda jamás tuvo como oposición, y apenas esporádicamente y a regañadientes exhibe al ejercer el poder.