Carta publicada el martes 4 de enero de 2022 por El Mercurio.

Señor Director:

En su entrevista del pasado domingo, Jaime Bassa dice buscar mayor estabilidad y eficacia en el sistema político, y para ello insiste en tres ideas: transitar a un régimen parlamentario, establecer un Congreso unicameral y eliminar el Tribunal Constitucional (TC). Aunque, en abstracto, cada uno de estos planteamientos admite ser discutido en su mérito, conviene advertir las consecuencias concretas que tendría en nuestro país acoger esta propuesta en su conjunto, en la medida en que revela el horizonte político de ciertos convencionistas del Frente Amplio.

En términos simples, dicha propuesta implicaría una inédita concentración de poder en manos de una corporación equivalente a la actual Cámara de Diputados. Por un lado, esa cámara única elegiría al jefe de gobierno, quitando a la ciudadanía un derecho que en Chile parece inseparable de nuestra tradición democrática (basta recordar la reciente elección presidencial). Por otro lado, al no existir el Senado ni el TC se verían severamente disminuidos los contrapesos institucionales vigentes.

La experiencia de la presente legislatura ilustra con nitidez qué podría significar este cuadro, sobre todo si se mantiene intacto el sistema electoral de los parlamentarios (acerca del cual Jaime Bassa guarda riguroso silencio).

Un diseño de esa índole podría traer consigo cualquier cosa, menos estabilidad.