Carta publicada el sábado 6 de noviembre de 2021 por La Tercera.

Señor director,

La escalada de violencia en la macrozona sur debería concentrar la atención de nuestro sistema político, que ha decidido, en cambio, enfocarse en el cuarto retiro de fondos o de aplicar la “Ley Lázaro” para votar la acusación constitucional. Se trata de un problema de la mayor gravedad. En el sur se mezclan el terrorismo en nombre de la causa mapuche, la impotencia del Estado para hacer un uso eficiente de la fuerza, el aumento de la capacidad de fuego y el establecimiento del narco. De ahí que las soluciones únicas sean insuficientes para responder, en justicia, a su intensidad.

El despliegue de las FFAA en la zona puede moderar los atentados de modo temporal, pero también induce a un desplazamiento en los focos de conflicto. No podemos negar la necesidad de usar la fuerza contra quienes se plantean desde la provocación y el enfrentamiento. Por el contrario, ¿es posible un diálogo político fructífero cuando un grupo relevante en la zona se plantea desde esa confrontación radical? Y, sin embargo, no podemos renunciar al diálogo y la construcción institucional para abordar las causas de larga data del conflicto.

Se abren, así, dos horizontes. Primero, el sistema político en su conjunto debe buscar vías para detener la violencia en la zona utilizando cierto nivel de fuerza e inteligencia indispensable para detener ataques que hoy impiden una vida digna en la Araucanía. Segundo, trabajar en un camino institucional que aborde las deudas profundas del Estado con la zona y sus habitantes. En lugar de culparse recíprocamente y unos llamar al diálogo y otros a la fuerza, la complejidad del escenario exige un trabajo transversal, tan relevante como ausente en nuestros dirigentes.