Carta publicada el domingo 11 de julio de 2021 por El Mercurio.

Señor Director:

Los dos extremos del arco político hoy concuerdan en que el acuerdo del 15 de noviembre del 2019 representa el triunfo del violentismo callejero y la rendición del orden institucional. Unos porque se creen ganadores de una guerra, otros porque creen que faltó desatar y pelear esa guerra.

El pinochetismo de izquierda, articulado por el oportunista Fernando Atria, es claro: la violencia triunfante dicta siempre lo que es o no legítimo y justo. El diálogo de los melios versión litigante de Boliden.

Sin embargo, en octubre y noviembre de 2019 no hubo una guerra que produjera vencedores y vencidos. Hubo una crisis política y social, marcada por manifestaciones pacíficas históricas por su masividad, aprovechadas también por delincuentes (basta ver los prontuarios de los “presos de la revuelta”). Y el acuerdo de noviembre es la conquista de un camino político de salida. No hubo quiebre institucional. No hubo excepción que cayera del cielo como el rayo que rasga el seno de la nube. No hubo recomienzo de nada.

¿Hasta cuándo los ciudadanos y los partidos democráticos, así como quienes participaron del acuerdo para darle un curso institucional al malestar ciudadano se mantendrán acomplejados frente al fascismo de izquierda y sus delirios refundacionales? ¿Hasta cuándo quienes combatieron honestamente al pinochetismo de derecha agacharán ahora el moño frente al de signo contrario? ¿Hasta cuándo soportaremos que los extremistas jueguen con nosotros y con la posibilidad histórica de una Constitución no manchada con pólvora y sangre?