Carta publicada el lunes 26 de julio de 2021 por El Mercurio.

Señor Director:

Algunos sectores de la derecha ya comenzaron una campaña de descalificación personal contra Gabriel Boric, basada en que no tiene título universitario (por no haber pasado el grado en Derecho) y en que “nunca le ha trabajado un día a nadie”. Estas críticas van descaminadas, pues la cualidad dominante de los buenos políticos es la prudencia, y ella no viene de los títulos universitarios. Daniel Jadue, sin ir más lejos, es arquitecto y sociólogo, y mostró un temperamento tiránico incompatible con el cargo presidencial. Por eso perdió la primaria.

En segundo lugar, es falso que Boric nunca haya trabajado. Los congresistas sí trabajan. Sus sueldos son absurdos (y Boric fue el principal impulsor de una ley para bajarlos), pero es una labor que requiere de orden y disciplina para prosperar. Y también agacharle el moño a la propia orgánica: el que juega solo termina solo. De hecho, el gran problema del candidato proviene de ahí: casi todas las veces que ha mostrado prudencia política ha sido en contra, y a pesar, de la mayoría de sus camaradas, pagando grandes costos internos. Así fue, sin ir más lejos, el 15 de noviembre de 2019. Y la izquierda extrema tanto de su lote como del PC nunca se lo ha perdonado.

En suma, tal como Salvador Allende, Boric —que posee grandes cualidades políticas— parece vivir en el riesgo constante de convertirse en un capitán secuestrado bajo amenaza de una tripulación enrabiada y despistada. Un Benito Cereno en tierra firme. Y esto solo podría cambiar mediante una política de alianzas con sectores moderados, que diluyera a los fanáticos, cosa que se ve difícil en el corto plazo.