Opinión
Trans y eutanasia

Aquí estamos ante un cambio del ethos médico. A las acciones de tipo terapéutico que típicamente ha realizado, el médico debe ahora añadir otras de un tipo muy distinto. No sanar un cuerpo dañado, sino modificar uno sano para ajustarlo a la subjetividad. No aliviar el dolor, sino ofrecer también la muerte. Se trata de un cambio colosal, hace tiempo ya en curso. Cada discusión refuerza ese cambio de ethos, pero cada una de ellas permite también reevaluar el rumbo.

Trans y eutanasia

En algunos recientes estudios de opinión, la eutanasia y el cambio de sexo en menores se han ubicado en polos opuestos de la tabla. La encuesta ICSO UDP, por ejemplo, ha mostrado de manera reiterada un apoyo a la eutanasia en el orden del 70%, mientras la aprobación de lo que llaman “cambio de género” desde los 14 años oscila en torno al 20%. Como es obvio, algunos estamos más tranquilos ante la segunda de estas cifras que con la primera. El gobierno, por su parte, toma nota de la primera de ellas mientras ignora la segunda. Pero más allá de esas discordantes cifras y reacciones, vale la pena observar algunos paralelos entre las dos discusiones. Al menos tres de esos paralelos saltan a la vista.


En primer lugar, está el obvio hecho de que aquí estamos ante un cambio del ethos médico. A las acciones de tipo terapéutico que típicamente ha realizado, el médico debe ahora añadir otras de un tipo muy distinto. No sanar un cuerpo dañado, sino modificar uno sano para ajustarlo a la subjetividad. No aliviar el dolor, sino ofrecer también la muerte. Se trata de un cambio colosal, hace tiempo ya en curso. Cada discusión refuerza ese cambio de ethos, pero cada una de ellas permite también reevaluar el rumbo.


Un segundo paralelo se encuentra en la manera de apelar a la compasión. En ambas discusiones es común invocarla, pero a estas alturas debieran ser bien notorios los problemas que acarrea la apelación simplista a ella. Después de todo, solo a veces el alivio inmediato del sufrimiento es la respuesta adecuada a nuestros problemas. Tanto en la transición como en la eutanasia se imagina, además, un sistema en que junto a la compasión habrá deliberación, un proceso de acompañamiento atento a los tiempos de cada uno. En el mundo real, sin embargo, los sobreexigidos sistemas de salud tienden a mecanizar su respuesta: ya se sabe cómo tratar estos casos y hay una larga lista de espera. Dada esa rutinización, tampoco es tan raro que se destapen abusos de enorme escala.


Por último, cabe mencionar la pregunta por la afirmación. Tenemos un deber de afirmar al otro, pero ¿qué significa esto? Ya ha quedado al descubierto que no es nada inocente la “afirmación” de una disconformidad con el propio cuerpo, pues durante el último año ha acabado de constatarse el tipo de daño irreversible al que se ha empujado a miles de adolescentes en el mundo. De ahí el giro en la discusión sobre el enfoque afirmativo. Pero la misma pregunta cabe levantar ante la eutanasia. ¿Qué es afirmar al que estando enfermo declara ser ya solo una carga? ¿Se le afirma confirmando esa impresión o se le afirma más bien negándola? Tal vez no haya razón para que estas dos materias sean miradas con ojos tan distintos.

También te puede interesar:
Flecha izquierda
Flecha izquierda