Reseña del libro Troubled publicada el domingo 17 de marzo de 2024 por El Líbero.

“Mi nombre es Robert Kim Henderson. Cada uno de mis nombres fue tomado de un adulto distinto”. Así abre Troubled, la reciente memoria de Rob Henderson –un doctor en psicología y joven escritor–, para luego señalar lo que tenían en común esos tres adultos: el haber sucesivamente abandonado al autor. Como hijo de una madre drogadicta y un padre al que nunca conoció –y de otros padrastros que lo dejarían–, nada en la historia temprana de Henderson hace suponer que podría acabar escribiendo tal memoria.

Se trata, como señala su subtítulo, de “una memoria sobre casas de acogida, familia y clase social”. Sobre casas de acogida, porque Henderson pasa sus primeros años dentro de una serie de éstas. Sobre familia, porque hay también relaciones incondicionales (como la que tiene con su hermana) que son centrales para sostenerlo en medio del patrón de abandono. Y es un texto sobre clase social, porque Henderson logra dejar atrás las duras privaciones de su infancia para dedicarse después a la tarea, dura en un sentido distinto, de comprender a las personas más acomodadas de su país. Eso significa que es también, aunque el subtítulo no lo mencione, una memoria sobre la universidad contemporánea.

Troubled es un libro escrito para ser leído por un amplio público. Está desarrollado con sencillez, pero a la vez preocupado por transmitir lecciones fundamentales, a veces de manera explícita y a veces mediante la simple narración. Es lo que ocurre, por ejemplo, con la experiencia de Henderson durante su tiempo en el ejército. La entrada en una institución que impone disciplina y estructura a la vida produce un cambio de enormes proporciones en su rumbo vital (lo conduciría finalmente a Yale y Cambridge). Pero ese camino es largo y con altibajos. La sola disciplina institucional no logra impedir que el peso de su pasado vuelva a irrumpir llevándolo, a través del alcoholismo, a poner en riesgo una vez más su trayectoria vital. El relato muestra así lo favorable que puede ser un cambio de circunstancias externas, a la vez que es transparente respecto de los límites de un cambio reducido a esas condiciones.

Creencias de lujo

Antes de la publicación de su memoria, Henderson ya había acuñado en un artículo de 2019 una expresión iluminadora para comprender nuestra situación cultural. La clase alta contemporánea se caracterizaría por las “creencias de lujo” (luxury beliefs). No se distinguiría como antes por los artículos de lujo (a los que hay cada vez más acceso), sino por creencias de esta naturaleza. Estas son más baratas que los artículos de lujo, confieren status igual que éstos, pero generan enormes costos hacia abajo. Las creencias de lujo les salen caras a terceros. Así ocurre, según uno de los ejemplos de Henderson, con todo el discurso que desplaza el mérito y la exigencia en la educación. Una creencia de lujo que sale gratis sostener, y cuyos costos no pagan sus principales promotores.

En Troubled, Henderson vuelve sobre este asunto para dedicarle todo un capítulo. Este solo capítulo vale el libro y merece ser leído por quienquiera que esté interesado en comprender nuestra élite política y cultural. Si bien este no es un libro sobre la política identitaria, ella se toca al menos en parte con las creencias de lujo. En un pasaje Henderson cuenta cómo otros universitarios de origen muy acomodado le decían que él era “demasiado privilegiado” como para entender las causas identitarias que los llevaban a cancelar a una profesora (el célebre caso de Erika Christiakis). De todas las creencias de lujo, escribe Henderson, ninguna le parecía al comienzo tan incomprensible como la de un “privilegio blanco”. Había crecido entre suficientes niños blancos privados de lo más básico como para tomar en serio estas categorías, y sabía que si ellas ganaban fuerza no serían los jóvenes blancos de Yale los que cargarían con las consecuencias.

Pero el elenco de creencias de lujo no se agota ahí. “Cuando una persona adinerada expresa su apoyo al desfinanciamiento de la policía, la legalización de las drogas, la apertura de las fronteras, el saqueo, las normas sexuales permisivas, o cuando usan expresiones como ‘privilegio blanco’, está haciendo exhibición de status”. Así lo formula en una de sus síntesis. Porque hay un mundo en el que confiere reconocimiento hablar así, aunque sea mucho mayor el mundo que sufre los efectos de estas creencias. Hay un mundo que puede soñar con la desaparición de la fuerza pública y otro que sufre su ausencia. Hay un mundo en el que las drogas pueden ser vistas desde un ángulo recreativo, y otro mundo en el que causan enormes estragos. Menos de la mitad de los norteamericanos sin educación universitaria apoya la legalización de las drogas; más de la mitad con tal educación la aprueba. La narración está entretejida con notables miradas a otras estadísticas que subrayan este contraste.

Henderson es, de hecho, un desenmascarador despierto y sistemático. Es común notar, por ejemplo, el cambio veloz al que está sometida la ortodoxia reinante. Todos sabemos que hay una opinión apropiada hoy, pero nadie sabe si mantendrá esa calidad mañana. ¿Por qué un cambio tan rápido? Precisamente este es un rasgo que parece explicarse mejor si la opinión correcta es no solo pose moralista, sino un símbolo de status que debe ser reemplazado una vez que otros también lo tienen. Henderson parece así ser el tipo de “maestro de la sospecha” que nuestra época necesita.

Ahora bien, si uno nota que está operando así, como un desenmascarador, debemos levantar la misma advertencia que ante toda filosofía de la sospecha: no basta con andar desenmascarando intenciones o motivaciones para haber refutado una creencia. Pero esa tampoco parece ser la pretensión de Henderson. No está levantando toda una teoría social que descanse completamente sobre este punto –la adquisición de status mediante la exhibición de creencias de lujo–, sino notando un patrón recurrente en la formación y difusión de ideas que hoy son influyentes. Y vale la pena subrayar lo central que es el elenco de creencias sobre las que ha dejado caer su mirada y el devastador efecto de las mismas.

Estructuras de amor incondicional

Si de privilegios se trata, el más recurrentemente iluminado en el libro es la existencia de una estructura familiar que permita la experiencia del amor incondicional. Sorprendentemente, esa experiencia era común entre los alumnos de Yale con que se encuentra Henderson. Cerca de un 90% provenía de familias “intactas”, algo virtualmente inexistente en el mundo de la niñez de Henderson. Es lo que nota también al leer sobre otras universidades prestigiosas. Pero esos mismos estudiantes universitarios parecían en extremo inconscientes del peso de ese trasfondo. “… me dicen que es un pedazo de papel. Que la gente no tiene por qué mostrar el compromiso con su pareja mediante un pedazo de papel. Pero nunca los he escuchado ridiculizar un título universitario como un mero pedazo de papel.”

No se trata, desde luego, de sola indiferencia respecto del peso de la estructura familiar. Un buen número de las “creencias de lujo” opera directamente minando la familia. Así ocurre, por ejemplo, en la recurrente denostación de la monogamia como algo obsoleto. Pero incluso cuando esa élite lleva a la práctica su discurso disruptivo sobre la familia, se suele tratar de periodos de experimentación que luego son reemplazados por la estructura y la estabilidad. En el proceso, sin embargo, una estructura familiar estable se ha ido volviendo cada vez más inusual entre las personas más pobres. Y como bien revelan estas memorias, la brecha en la experiencia familiar es un factor cada vez más importante para explicar otras enormes desigualdades en el horizonte vital de las personas.

Vale la pena subrayar que no hay nada de determinismo en la aproximación de Henderson a estos temas. Después de todo, la suya es la historia de alguien que logra salir adelante a pesar de carecer de ese trasfondo. Sin embargo, sus memorias abordan de modo resuelto la incapacidad contemporánea para reconocer lo decisivo que es un entorno familiar estable. El cruce de narración en primera persona y la información empírica con que la entreteje obliga al lector a tomarse en serio estos asuntos. Sobra decir que en esta como en otras materias abundan los paralelos con Chile. Como en el resto del mundo, hemos estado atrapados en un ciclo dominado por la política identitaria. Con su reflexión sobre las creencias de lujo, Troubled no solo aporta un ángulo más para pensar sobre dicha mentalidad. Su equilibrada atención a las condiciones materiales y las estructuras de amor incondicional fija un orden de prioridades fundamental para intentar salir del callejón sin salida en el que parecemos encontrarnos.