Columna publicada el martes 13 de febrero de 2024 por El Líbero.

Todo Presidente enfrenta éxitos y fracasos, y Sebastián Piñera no fue la excepción. Los hitos de sus gobiernos y lo que quedó pendiente son pruebas contundentes de esta realidad. La reconstrucción de Chile tras el terremoto, el exitoso rescate de los 33 mineros y su manejo ejemplar de la pandemia resaltan entre sus logros más significativos. En cambio, la promesa de los tiempos mejores, el fin de la “fiesta” de los delincuentes y la entrega del Ejecutivo al Frente Amplio y al Partido Comunista representan dolorosas derrotas.

Es innegable que el ex Presidente Piñera enfrentó diversos desafíos durante ambos mandatos. No obstante, pese a sus luces y sombras, existe una dimensión en la que fue superior a todos los políticos de la actualidad: su habilidad en la gestión estatal. Piñera y sus equipos destacaron en comprender a fondo la capacidad del Estado, y ese entendimiento les permitió responder con eficacia a situaciones de emergencia. Aunque la derecha no había ocupado La Moneda desde el retorno a la democracia, los gobiernos del ex Presidente Sebastián Piñera controlaron con velocidad los procedimientos, tiempos y capacidades del Estado. Piñera siempre fue consciente de los límites de la gestión estatal, lo que se reflejó en su cautela al prometer cambios y transformaciones durante sus campañas.

En ese sentido, la administración de la derecha sobresalió en comparación con el Gobierno actual. Al identificar los límites del Estado, sus dos administraciones lograron movilizar la ayuda necesaria de diversos actores. Piñera colaboró con el sector privado para la urgente reconstrucción tras el terremoto y el maremoto, así como durante la crisis de los incendios, cuando logró importar diferentes aeronaves, incluido el famoso “Supertanker”. Asimismo, durante la pandemia y a pesar de las críticas de la oposición, el Presidente demostró tener visión de Estado al expandir cuatro veces la capacidad de camas en la red de salud, implementar un sistema de trazabilidad y seguimiento, y gestionar las licencias de las vacunas.

Por estos y otros motivos, era previsible que, según Cadem, un 77% de las personas piense que Sebastián Piñera fue un buen Presidente. En la actualidad, la ciudadanía ha enfatizado la demanda de una gestión efectiva y oportuna por parte del ejecutivo en las dimensiones más básicas de la vida. Sin embargo, la falta de conocimiento del Estado por parte de la administración Boric, la carencia de sentido político, la presencia de cuadros técnicos deficientes y la falta de comprensión del mundo privado, hacen que el oficialismo no pueda replicar la efectividad de Piñera. En esa última dimensión, el ex Presidente superó ampliamente al Gobierno de turno. Al conocer el mundo privado pero también el aparato estatal, su Gobierno lograba coordinar los mecanismos necesarios para la resolución de los problemas contingentes.

El senador José Miguel Insulza afirmó que su “generación se empieza a ir con Sebastián Piñera”. Si esa declaración es cierta, las nuevas generaciones, especialmente aquellos que están en el Gobierno, deben aprender de los errores y virtudes de quienes ya transitaron por el Estado. Por lo mismo, una medida provechosa sería recordar la visión de Estado que promovió Piñera: el Estado es vital para resolver problemas, pero siempre se deben tener presente sus límites. El ex Presidente fue gestión y técnica; realidad y urgencia.