Reseña publicada el domingo 4 de febrero de 2024 por El País Chile.

Sobre Diarios centrales. A Season in Hell 1966-1980, de José Donoso (editado por Cecilia
García-Huidobro) (Ediciones UDP, 2023).

Mientras su mujer lidiaba con un cuadro depresivo y con una hija adolescente de difícil carácter en la costa catalana, 160 kilómetros hacia el interior el novelista José Donoso pasaba sus días batallando con la máquina de escribir. Solo, en una casa de piedra del siglo XVII situada en un ínfimo pueblo aragonés, intentaba afinar los últimos detalles de su novela Casa de campo, que se publicaría en 1978 y lo consagraría como uno de los autores más importantes del panorama narrativo hispanoamericano. La satisfacción del trabajo por terminar se cruza, por esos días, con una intimidad desfondada: “estoy felicísimo, de las épocas creativas más felices de mi vida, aunque mi vida, en sí, se está haciendo mil pedazos”. Ese Donoso atormentado, envidioso, creativo, inseguro y decidido a vivir de y por la literatura está retratado a cuerpo entero en sus diarios, cuyo segundo tomo, Diarios centrales. A Season in Hell 1966-1980, acaba de publicarse en Chile.

Editado por Cecilia García-Huidobro, una de las mayores expertas en el novelista chileno y quien lleva tres décadas trabajando con sus artículos, ensayos y diarios, este segundo volumen se convertirá, sin duda alguna, en parte fundamental del corpus del autor. En sus más de 700 páginas encontramos a un hombre itinerante, que apenas se instala en un lugar ya está pensando en su próxima mudanza; a un creador infatigable, que a pesar de sus bloqueos e interrupciones sigue adelante con sus obras mayores; a un marido en crisis, que ama y odia a su esposa y que deja algunos espacio para vivir su homosexualidad; a un escritor envidioso, que ve cómo las obras de sus compañeros de generación despiertan mucho más interés que la suya, aunque está seguro de la pervivencia de su creación. Cuando se cumplen, este 2024, cien años del nacimiento de Donoso, la aparición de estas páginas es un enorme motivo de celebración.

Los diarios comienzan con Donoso viviendo en Estados Unidos, donde trabajó enseñando en el prestigioso programa de literatura creativa de la Universidad de Iowa. Sin embargo, el grueso de este libro transcurre en Europa, con un breve paso por Portugal y luego una larga estadía en España (Mallorca, Barcelona, Calaceite y Madrid). Como todo diario de escritor, sus páginas están llenas de vaivenes, con períodos de intenso registro de la cotidianidad y también con largos vacíos. El balance, con todo, es riquísimo: el volumen nos muestra las preocupaciones personales, profesionales y políticas de Donoso, sus lecturas, la huella que estas dejan en él y la búsqueda por definirse a sí mismo en momentos cruciales de su vida. Estos años no son solo los de su consolidación como escritor de prestigio y con una obra creciente; son también aquellos en que se convierte en padre adoptivo de Pilarcita, los del golpe de Estado en Chile e inicios de la dictadura o los de la muerte de su madre, una figura fundamental en su vida. Hacia el final, luego de haber despotricado una y otra vez contra la condición de ser extranjero —y, muchas veces, contra los mismos españoles— vemos a Donoso cambiar una vez más de residencia e instalarse, a fines de 1980, en Santiago de Chile. Es aquí donde vivirá hasta su muerte en 1996, aunque esos años no los cubre este volumen.

Estos diarios tienen dos dimensiones fundamentales. En primer lugar, son el taller de alguien que piensa cuando escribe: como afirma, siguiendo a Virginia Woolf, la palabra es la materia del pensamiento. En estos cuadernos, cuyos originales se conservan en la Universidad de Princeton —lugar en que estudió en su juventud y volvió, ya adulto, a dar clases—, Donoso ensaya sus ideas creativas, modela personajes y sintetiza las tramas que trabajará en sus novelas y cuentos. Día a día cuestiona sus propios puntos de vista y las estéticas desde las que observa su material de trabajo. Anota posibles lecturas que lo ayudarán a aclarar los pasos a seguir, y no duda en aprovechar las ideas que, en sus maestros o sus contemporáneos, puedan servirle para acometer su propio proceso de escritura. Estos años son, además, de intensa creatividad: si en 1966 terminó Este domingo y El lugar sin límites y avanza en El obsceno pájaro de la noche (que verá la luz en 1970), en el periodo que sigue trabajará infatigablemente y publicará Historia personal del boom, Tres novelitas burguesas y, sobre todo, Casa de campo, cuyo proceso está profusamente detallado en este volumen. A pesar de sus bloqueos y momentos de pesimismo, el escritor está siempre consagrado a su obra. Es, por cierto, su árbitro más exigente y nunca se rinde ante las modas políticas que tanto presionaron a sus contemporáneos.

Pero es en la dimensión personal donde nos encontramos con un personaje complejo, cambiante, descarnado frente a sus propias miserias y difícil —por decir lo menos— en sus relaciones con los demás. En estas páginas, Donoso busca una honestidad total: “temo mentir aquí”, afirma en medio de una crisis matrimonial que está, en estas páginas, expuesta con brutalidad. Sin embargo, esa no fue la única relación que se aborda desde la honestidad total: sus suegros, sus hermanos o sus numerosos amigos son también objeto de las críticas más ácidas. Sobre Mario Vargas Llosa, por ejemplo, con quien mantuvo una larga amistad, dice en un momento: “No me gusta. Su pretendido ‘oficialismo’, embajador del ‘boom’ ante el ‘boom’, su falta total de imaginación, su total falta de libertad, (…) su falta total de humanidad, (…) su frialdad, el acontecimiento de su tan comentada ‘simpatía’, su aislamiento, su posición con Patricia de familia real de la literatura hispanoamericana, todo esto lo hace, para quien pueda y quiera verlo, bastante ridículo, y bastante repulsivo”. Eso no es impedimento, sin embargo, para que siga cultivando su amistad y escribiendo acerca de su obra. Apunta comentarios similares sobre Carlos Fuentes, Mauricio Wacquez, Jorge Edwards, Margarita Aguirre y sobre muchos de sus amigos a quienes encuentra livianos, frívolos, aburridos u oportunistas, aunque pocas páginas después sean juzgadas, esas mismas personas, con mayor consideración y cariño.

En su primera anotación de 1973, después de más de 18 meses de pausa, dice lo siguiente: “Vuelvo a emprender un diario. Más amplio, quizás, que los anteriores, más íntimo. Probablemente —y así lo quisiera— mostrándome más completo que en los diarios anteriores. (…) Quisiera que este cuaderno fuera un documento por el cual se juzgará a José Donoso hombre”. Es consciente, sin duda, de la perennidad de su obra y de su figura, algo que lo inquietó de manera particular en estos años en que comenzaba a vislumbrar el reconocimiento del público y el éxito económico. La lectura de estas páginas despertarán muchas, muchísimas preguntas en torno a su vida y obra —¿qué elementos de su obra siguen vigentes hoy?, ¿qué significó su constante búsqueda de la independencia? ¿fue este diario una máscara más dentro de las muchas que elaboró para sí?, etc., etc.—, las cuales nos invitan a seguir leyendo e interpretando este corpus que parece infinito.

Ya antes de la aparición de sus Diarios tempranos (2016) y de estos Diarios centrales, los papeles privados de Donoso habían generado polémicas. Una serie de artículos en La Tercera, primero, y la publicación de Correr el tupido velo, de su hija Pilar, después, alimentaron una lectura reducida y sensacionalista alrededor de él. Se puso en primera plana su homosexualidad —como motivo de escándalo— y su crueldad como padre, reduciendo una personalidad compleja y múltiple a unas pocas frases de sus cuadernos privados. No hay duda de que esas facetas más oscuras, que fueron muchas y aquí quedan expuestas sin pudor, son reales y están documentadas. Hay que evitar cualquier simplismo y ver de qué manera este hombre, lleno de complejidades y contradicciones, también fue en muchos momentos de su vida, un marido preocupado y un padre cariñoso. Diarios centrales. A Season in Hell es una lectura ineludible para evaluar con justicia al hombre y al escritor, para preguntarse qué lugar le corresponde a José Donoso en las letras chilenas del siglo XX.