Carta publicada  el 10 de mayo de 2023 en El Mercurio

Señor Director:

El principal responsable del fortalecimiento de la derecha más dura es la izquierda chilena: la centroizquierda que se dejó aplastar por la nueva izquierda, la nueva izquierda que validó ideológica y políticamente el violentismo de octubre, y la izquierda completa que quiso llevarse la pelota para la casa en la fracasada Convención Constitucional.

Tal como en el cuento de Borges “Deutsches Réquiem”, los ideólogos de la nueva izquierda —Fernando Atria, Carlos Ruiz Encina y la gran masa de repetidores y mezcladores de ellos con Chantal Mouffe, Ernesto Laclau y otros alucinados— triunfaron en instalar una política de agitación populista de amigos y enemigos, pero terminaron siendo yunque en vez de martillo. Aunque, a diferencia del protagonista del cuento, lloran ahora como magdalenas. Piden ahora, que habitan su propio desastre y derrota, acuerdos y grandeza. Lloran los Atria, lloran los Bassa, las Loncon, los Stingo y las Politzer.

Sin embargo, la izquierda que pide hoy acuerdos no lo hace desde la humildad de quien cometió errores dañinos, sino todavía desde el progresismo ingenuo y la superioridad moral. Le exigen a la centroderecha que no pacte con los republicanos, hablan de cordones sanitarios desde la insalubridad y siguen actuando como si tuvieran sendas credenciales democráticas, aun después de haber validado la anomia violenta que hundió al país en el descontrol y el crimen sin atajo.

Aquí no basta decir: “no hagan lo mismo que nosotros” para terminar con los bandazos políticos. Tienen que dejar de pensar y de actuar de la manera que los llevó a querer secuestrar la Constitución en la Convención fracasada. Y eso supone mucho más examen y reflexión de lo que han exhibido hasta ahora.