Carta publicada el viernes 12 de mayo de 2023 en El Mercurio.

Señor Director:

Patricia Politzer, al igual que la mayoría de los convencionales de izquierda que tuvieron un rol protagónico en la fracasada Convención Constitucional, intenta esquivar su responsabilidad en el naufragio de la instancia. Así, responde a mi carta (“Culpo a la izquierda”) utilizando la victimización como cortina de humo, alegando incluso que mi crítica política podría llevar a la deshumanización de su persona.

Por mi parte, no pretendo deshumanizar a la señora Politzer. Por el contrario, al hacerla responsable de sus dichos y actos reconozco en ella el peso total de la dignidad humana.

Es cierto que Politzer, como ella señala, cuestionó la eficacia de la propuesta relativa al castigo del negacionismo respecto de la violación de derechos humanos durante la dictadura militar y el estallido social —mostrando más luces en esto que su camarada Benito Baranda—. Pero también es cierto que fue una de las voces principales en la defensa ciega y cegadora respecto del trabajo de la Convención: desestimó todas las críticas respecto de la instancia tildándolas de “coro catastrofista” y “campaña del terror”, afirmó luego que el malestar respecto del trabajo de la Convención emanaba de que en Chile “no conocemos la democracia” y a la influencia de la desinformación, y remató afirmando que todas las propuestas de alternativas para continuar el proceso constitucional —una vez que era evidente su zozobra— eran nada más que una campaña artera del Rechazo.

Al tratar de desestimar sistemáticamente y por completo todas las discrepancias con la Convención, reduciéndolas a productos de la ignorancia o de intereses bajos y mezquinos, Politzer operó sin duda en la lógica de amigos y enemigos, reduciendo al adversario a un mero obstáculo o lastre, lo cual es coherente con la filosofía y la disposición política que dominó la Convención y la llevó al despeñadero, con las consecuencias hoy por todos conocidas.