Columna publicada el lunes 9 de enero de 2023 por La Segunda.

Han pasado 10 días desde que La Moneda dio a conocer los indultos, y las consecuencias están a la vista: tensiones con la oposición, malestar en el socialismo democrático, disputas con el Poder Judicial, agenda de seguridad en pausa, popularidad presidencial en caída libre, y así. Es verdad que la chapucería administrativa y comunicacional —las “desprolijidades”— agravaron este cuadro, pero ninguno de estos efectos resulta demasiado sorpresivo. ¿Cómo explicar, entonces, este auténtico suicidio político?

Un reportaje sobre la trastienda de los indultos publicado ayer en La Tercera ofrece una pista. En él se informa que “hasta antes del 4 de septiembre, si todo iba bien, decían los más optimistas como Meza-Lopehandía, era una buena señal conceder esos indultos el mismo mes de haber ganado el Apruebo”. El episodio es muy revelador, sobre todo si recordamos la tesis de los círculos concéntricos. En términos simples, hablamos del núcleo mismo del poder. Ahí, en la órbita del exjefe de gabinete del presidente Boric, habría llegado a creerse no sólo que el Apruebo podía vencer —uno esperaría mejores pronósticos en el segundo piso—, sino que además convenía aprovechar la estela del triunfo para liberar a quienes habían protagonizado la revuelta.

Porque de eso se trataron siempre los indultos. De subrayar que el 18 de octubre (un día que fuera del culto octubrista rememora la brutalidad de la destrucción, el saqueo y el vandalismo) representaba un hito fundacional. Un “punto cero”, en palabras de Rodrigo Karmy, que permitía dejar atrás el entreguismo de la Concertación y la opresión y el despojo del Chile republicano. De ahí que Jaime Bassa, recién designado vicepresidente de la “Constituyente Ciudadana”, anunciara con orgullo que la primera discusión del malogrado órgano promovería la amnistía para los “presos de la revuelta”. Por eso un locuaz Fernando Atria afirmaría que los hechos del 18-O fueron “necesarios”, en la medida en que hicieron “posible” la refundación constituyente (y por ese mismo motivo los indultos fueron un acto de “valentía”, según Atria: nada nuevo bajo el sol). 

Ese tipo de diagnósticos e ideas son los que a fin de cuentas han inspirado al entorno cercano del presidente Boric, antes y después del plebiscito. Basta recordar a Diego Ibáñez, presidente del partido del mandatario, quien siguió reivindicando la “pulsión destituyente” incluso después de la monumental derrota. Un grupo que pública o soterradamente sigue aferrado al 18-0, porque renunciar a él implica repensarlo todo; un mundo político que sin embargo seguirá dando palos de ciego mientras se resista a asumir que no es ese día, sino el 4 de septiembre de 2022, el hito político más relevante del Chile posdictadura.