Carta al director publicada el lunes 3 de agosto de 2020 por El Mercurio.

Señor Director:

Frente a los en extremo preocupantes hechos de violencia y autotutela registrados en La Araucanía durante los últimos días (que incluyen tomas, incendios y desalojos de municipios por civiles), parte de la élite intelectual de izquierda —incluyendo a escritores como Pedro Cayuqueo— ha decidido responder con una campaña en contra del “racismo chileno”, dando a entender que este sería la clave para comprender estos fenómenos.

La intención política detrás de esta propuesta asumo que es evitar que el eje represivo o de “orden público” se tome la agenda. Esto es razonable. Sin embargo, la maniobra se vuelve torpe al no tomarse en serio la gravedad de los hechos de violencia y sabotaje que están ocurriendo en el sur. Constatando el componente popular de algunos enfrentamientos, por ejemplo, Cayuqueo las emprende contra los chilenos involucrados acusándolos simplemente de racismo. Nada queda en su análisis —ni en el de sus camaradas— del afán reflexivo y explicativo que aplicaron durante la crisis de octubre frente a la violencia callejera desatada en distintos puntos del país.

Estamos entrando a un momento populista. La izquierda lo celebra porque cree que el pueblo le pertenece. Sin embargo, esto no es así. Una serie de minorías amparadas por la izquierda, de hecho, corren peligro frente al avance cada vez más agresivo de quienes logren identificarse como la mayoría popular. Con razón Cristóbal Bellolio ha señalado estos tiempos como “democracia iliberal”: las viejas garantías liberales, despreciadas por “contramayoritarias”, van cediendo, y la lógica de las patotas cada cierto tiempo levanta cabeza. Tratar de conducir este proceso hacia un puerto seguro requiere de un esfuerzo serio de construcción de acuerdos amplios y decisiones de Estado estratégicas por parte de las élites políticas. En vez de eso, muchos han cedido a la demagogia y la polarización, aplaudiendo a rabiar cuando los grupos bajo ataque popular no son de su bando ni de su simpatía, y debilitando con alegría el Estado con tal de dañar al gobierno. Hasta que los vientos de la tormenta cambien de dirección.

Entre los gritos y rayados de las violentas jornadas de La Araucanía también está “Chile despertó”. Y no es coherente que quienes vienen avivando esta cueca hace rato, ahora intenten tapar el sol con un hashtag.