Opinión
Charlie Kirk: la juventud no es suya, compañeros

La creciente fama y la respuesta a la trágica muerte de Charlie Kirk ha cristalizado estos días un fenómeno que es global: los jóvenes ya no son por defecto de izquierda, ni revolucionarios ni progresistas.


Charlie Kirk: la juventud no es suya, compañeros

Poco se ha comentado en Chile la última semana acerca del brutal asesinato del activista político estadounidense Charlie Kirk. A sus cortos 31 años recibió un disparo en la yugular mientras participaba de uno de sus habituales encuentros en los campus universitarios. Ellos habitualmente consistían en debates abiertos donde los estudiantes podían acercarse al micrófono y hacer preguntas a Kirk sobre política y actualidad; él las respondía de manera directa y franca, y luego los videos de las intervenciones eran publicados en redes sociales, donde acumulaban millones de visitas. Su muerte conmocionó a Estados Unidos en una semana marcada por la violencia (días antes había sido asesinada la ucraniana Iryna Zarutska a bordo de un tren). No sólo impactó la motivación derechamente política del asesinato, sino también que la víctima haya sido ni más ni menos que el hombre a quien se le atribuye protagonismo en el incipiente giro a la derecha de la juventud estadounidense.

Kirk abandonó la universidad a los 18 años para fundar Turning Point USA, movimiento político conservador cercano al Partido Republicano que hoy tiene sede en 850 universidades americanas y ha recibido cerca de 92 millones de dólares en donaciones. Un éxito sin precedentes en la derecha alrededor del mundo, que lo consagró como el brazo juvenil de MAGA. El poder de la persuasión y de las redes sociales lograron algo que parecía imposible: un punto de inflexión (Turning point) en la juventud que parecía ser patrimonio del progresismo y con la que el Partido Demócrata creía contar para asegurar un nuevo triunfo de la mano de Kamala Harris. Pero no salió como esperaban: efectivamente ganaron el voto joven, pero por un margen de 12 puntos versus los 30 de ventaja obtenidos en la elección de 2020. El golpe fue tal para los demócratas que recientemente lanzaron un programa avaluado en 20 millones de dólares para estudiar el voto joven. No por nada el mismísimo Trump agradeció a Kirk por su labor en acortar esa brecha.

La creciente fama y la respuesta a su trágica muerte ha cristalizado estos días un fenómeno que es global: los jóvenes ya no son por defecto de izquierda, ni revolucionarios ni progresistas. Hay que salir a convencerlos, algo que Kirk y otros personajes alrededor del mundo comprendieron. Aquel fenómeno lo ilustra -en un sentido más amplio, por cierto- el argentino Pablo Stefanoni en su libro “La rebeldía se volvió de derecha”, cuyo subtítulo reza “cómo el antiprogresismo y la anticorrección política están construyendo un nuevo sentido común”. El autor plantea la posibilidad de que estemos ante un nuevo estado de cosas caracterizado por el hecho que las ideas progresistas y de izquierda son a priori las dominantes. Por lo mismo, en ciertos ambientes como en las universidades, se requiere coraje para ser abiertamente de derecha o conservador. Así, la “rebeldía” habría cambiado de lado, lo cual es más patente en el caso de los jóvenes, que históricamente han encarnado un espíritu idealista y transgresor, cuyos anhelos han sido crecientemente interpretados por las nuevas derechas. Charlie Kirk era parte de este fenómeno; lo que intentó traspasar a los más jóvenes se resume en un tuit publicado hace unos meses: “Cásense, tengan hijos, construyan un legado y traspasen sus valores (…) eventualmente reemplazaremos a los nihilistas”. Sin duda un consejo audaz en los tiempos que corren. 

Chile al parecer no es ajeno a esta realidad. Puede sonar contra intuitiva considerando que la nueva izquierda que nos gobierna saltó a la escena política desde las revueltas estudiantiles y sus principales rostros son bastante jóvenes para estar en La Moneda. Pero su hegemonía ya no es la de antes. Las promesas que hicieron al país hoy son palabras vacías, y sus ideales parecen sueños trasnochados frente al difícil presente. Se refieren a los jóvenes como los suyos, pero olvidan que son millennials que rondan los cuarenta años. El mismo Boric los ha interpelado en múltiples ocasiones a “ser rebeldes” -la última vez fue en el Congreso Futuro el pasado agosto-, pero quizás esa rebeldía termina expresándose en la dirección opuesta.

La encuesta UDP de agosto muestra José Antonio Kast encabeza la intención de voto en el segmento 18 a 29 años con un 34%, mientras que un estudio elaborado por Friedrich Ebert Stiftung sobre las derechas revela que un 36% del grupo etario 18-24 votaría únicamente por Kast, frente a un 11% por Matthei.

Es difícil deducir conclusiones categóricas acerca de qué opina la juventud y por qué, precisamente porque es un grupo heterogéneo y muy susceptible al cambio. Lo que sí es cierto es que cada vez más jóvenes abren los ojos ante la ideología que monopoliza espacios y radicaliza mentes. Ya se sabe la identidad del asesino de Charlie Kirk, y todo indica que es una víctima de aquel fenómeno. Con su crimen le dio la razón y un mártir a la nueva juventud rebelde.

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