“Pero hay una dificultad que no puede obviarse: mientras el AVP sea algo distinto del matrimonio, será imposible que cumpla ese fin. Se busca la igualdad con un instrumento que aspira a ser similar al matrimonio, pero sin serlo: el AVP está condenado a ser insuficiente”.
“En efecto, los contenidos televisivos contribuyen decisivamente a configurar nuestro espacio público. ¿Podemos renunciar a todo tipo de acción colectiva frente a ella sin renunciar también a bienes públicos fundamentales? ¿No habría allí algo así como una grave abdicación política?”
” A ratos, pareciera que el recuerdo constante de nuestro pasado se convirtiera en obstáculo para construir acuerdos. La construcción del Chile que soñamos, si queremos que tenga cimientos sólidos, exige grados importantes de unidad y para lograr metas comunes no hay otro modo de posibilitar el diálogo y la deliberación pública. Por tanto, debemos estar dispuestos —al menos en principio— a seguir avanzando en el camino de la reconciliación”.
“No existen atajos para enfrentar adecuadamente nuestro pasado reciente: si no queremos que el ‘nunca más’ quede incompleto, es imperativo reflexionar colectivamente y preguntarnos sobre nuestras tareas pendientes. ¿Estamos dispuestos, de lado y lado, a renunciar definitivamente a un uso instrumental de la historia? ¿Nos interesa indagar en las causas de la destrucción de la convivencia nacional? ¿Cuáles fueron las circunstancias que hicieron viable la violencia y la validaron como método de acción política? ¿Cuándo sucedió ello y por qué? ¿Cuánto aprendimos de esto? ¿Rechazamos sin excepciones la violencia política hoy en día? ¿Realmente valoramos el diálogo y las condiciones que lo hacen posible?”
“¿Cuáles serán hoy, después de más de dos décadas de democracia, las preguntas que le haremos a nuestra historia? ¿Volveremos una vez más al círculo de la acusación mutua? La pregunta por la culpabilidad inicial ha demostrado ser insuficiente, porque nos divide radicalmente entre víctimas y victimarios. Sin embargo, la violencia es un proceso que envuelve y lleva consigo a todo el cuerpo social”.
“Hombres y mujeres están llamados a asumir su responsabilidad en la construcción de una sociedad más humana. Lograr un verdadero progreso, por tanto, exige el igual reconocimiento del particular aporte femenino y masculino en las diversas esferas sociales, no como categorías o intereses paralelos, sino esencialmente complementarios”.
“Ante esto, se abren dos caminos: quedarnos con las historias políticamente instrumentales, que ordenan el pasado al servicio de identidades políticas presentes, abusando así de la memoria, o bien tratar de adoptar un punto de vista que logre extraer de esa historia una lección valiosa, que pueda ser heredada como un patrimonio común a las nuevas generaciones. Es decir, adoptar, finalmente, el punto de vista de la reconciliación”.
“¿Qué opción queda? La de comprender que la sociedad no se agota ni en el Estado ni en el mercado, sino que descansa sobre un sustrato moral compuesto de costumbres, relaciones gratuitas, grupos intermedios y nociones sobre lo bueno y lo malo que la hacen posible, y que todas ellas pueden ser destruidas -pero no construidas- tanto por el relativismo irresponsable de las élites como por las empresas constructivistas de grupos iluminados”.
“En efecto, el problema de los autores es que pierden de vista las motivaciones humanas (que siempre tienen una dimensión moral). Suponer que basta con resideñar únicamente desde arriba, para generar motivos de acción que respondan al paradigma de lo público, es una ilusión un poco vana”.
“Sin embargo, ¿son éstas las razones por las cuales el Estado reconoce y regula legalmente el vínculo matrimonial? ¿Tiene el Estado que entrometerse en la vida afectiva de las personas? ¿Son los afectos o las relaciones sexuales por sí solos fuentes de derechos?”