Columna publicada el 8 del febrero de 2023 por El Líbero.

Squella, Kast y el Partido Republicano
Álvaro Vergara N.
Investigador Instituto de Estudios de la Sociedad (IES)

Ocurrió lo pronosticado: la lista de José Antonio Kast y de las principales figuras
del partido, encabezada por el exdiputado UDI Arturo Squella, arrasó en las
elecciones internas del Partido Republicano. La nueva dirigencia no solo deberá
enfrentar una serie de desafíos externos a la colectividad, sino —y más
importante aún— también internos.

Los republicanos han tenido un auge importante en los últimos años.
Instalado en el ala derecha de un espectro político con álgidos periodos de
polarización, recibe a personas descontentas con el actuar de la centroderecha y
de la política en general. La mejor muestra de su nuevo papel es el  crecimiento
que lograron en la última candidatura presidencial de José Antonio Kast,
quien en 4 años pasó del 8% al 28%. Recuérdese que Kast ganó la primera
vuelta cuando la Convención estaba en el punto más alto de sus ambiciones
refundacionales. Lo anterior indica que si la política no dependiera de
coaliciones, los republicanos probablemente serían una de las mayorías del
Parlamento.

Sin embargo, y porque nuestro sistema político ha requerido
históricamente de alianzas capaces de lograr mayorías, estabilidad y
gobernabilidad Squella, Kast y el Partido Republicano la tienen difícil. Debido a
la posición ambigua del PR con la dictadura, las trayectorias de vida y las
declaraciones de algunos de sus miembros, los republicanos generan y
seguirán generando resquemores. El problema es que, mientras no cambien las
formas, la hostilidad con la que son tratados les seguirá jugando más en contra
que a favor.

Hacer política, contrario a lo que muchos piensan, no significa renunciar a
los ideales ni ensuciarse las manos. La búsqueda de acuerdos capaces de
entregar estabilidad al país, por el contrario, dotan de dignidad a un oficio que
es incapaz de sobrevivir sin ese presupuesto. Y quizás ahí se encuentre uno de
los principales desafíos de Squella: sacar al partido de la trinchera para que
comiencen a hacer política.

La polémica que alimentan muchos republicanos podrá servir
para aleonar ciertos grupos y para hacer una oposición llamativa, pero no basta
para construir un proyecto a futuro. La actitud confrontacional, la repetición de
eslóganes y la dificultad de ver algo de verdad en la posición del adversario, han
dado la imagen de que funcionan en base a la oposición y no a la proposición. La

idea de fondo consistiría en derribar al gobierno, a su proyecto ideológico y al
progresismo en Chile; cosa insuficiente para consolidarse como una alternativa
verdadera. Pensar la propia identidad desde el adversario termina arruinando la
capacidad para elaborar programas y, sobre todo, para dotarse de un
pensamiento de fondo propio. La polémica puede servir para ganar
reproducciones en YouTube, pero no para lo que exige la política profesional.
Así como los likes llegan también se pueden terminar yendo.

En ese sentido, las dudas que deja el Partido Republicano son justificadas.
¿Cuál es, por ejemplo, su propuesta concreta en materia de seguridad o en la
lucha contra el narco? ¿Cuántos proyectos de ley han presentado al respecto?
¿Cuál es su reforma a la salud o a la educación? ¿Basta con achicar al Estado?
¿Cuál es su pensamiento en materia de medio ambiente? Puede que tengan
medidas concretas por ahí, más que promover Estados de excepción y el auxilio
de las Fuerzas Armadas. Empañados por lo que creen que constituye
una defensa con convicción, estas propuestas y diagnósticos no logran aparecer
en la discusión pública y menos llegan a la ciudadanía.

El reto que Arturo Squella tiene por delante es difícil. La nueva
dirigencia no solo tendrá la tarea de consolidar a republicanos como una fuerza
confiable, sino porque para avanzar hacía allí encontrará oposición en las
propias filas del partido, pues muchos de quienes lo fundaron poseen esa
disposición vital al conflicto. La pregunta que surge, entonces, es: ¿qué
propondrán si logran salir de la  pura oposición?