Carta publicada el domingo 29 de enero de 2023 por El Mercurio.

Señor Director:

En su columna de ayer, los profesores Rodrigo Kaufmann y Ernesto Vargas subrayan con agudeza los dos principales puntos ciegos de quienes promueven un régimen parlamentario para Chile, tal como lo sugirió Klaus Schmidt-Hebbel esta semana —y tal como intentaron hacerlo los exconvencionales Atria, Bassa y Schönhaut en el fallido órgano constituyente.

El primer punto ciego consiste en suponer que para justificar esta propuesta basta invocar datos o experiencia comparada. Además de que esa evidencia resulta más o menos discutible según el caso, ocurre que este tipo de debates involucra variables políticas e históricas. Luego, jamás podrá zanjarse mediante la mera exposición de cifras o ejemplos foráneos.

El segundo punto ciego guarda directa relación con el anterior, y consiste en olvidar u omitir la relevancia del contexto y la idiosincrasia nacional a la hora de pensar este tema. Guste o no, en Chile la tradición democrática se confunde con la elección de un Presidente de la República, que es al mismo tiempo jefe de Gobierno y jefe de Estado. Por lo demás, ¿alguien podría creer realmente que hoy la ciudadanía estaría dispuesta a renunciar a la elección popular de la principal autoridad del país para entregarle su designación al Congreso Nacional y las cúpulas partidarias?

Nuestro sistema político requiere cambios importantes, pero no a partir de fórmulas extranjeras importadas de manera acrítica. Chile necesita un nuevo presidencialismo que favorezca la gobernabilidad y disminuya la fragmentación.

Claudio Alvarado R.
Director ejecutivo IES