Carta publicada el viernes 16 de diciembre de 2022 por El Mercurio.

Señor Director:

En carta del martes, nuestros interlocutores cierran afirmando que debemos trabajar por la reducción de sesgos para “así no tener que forzar la paridad”. La eliminación de los sesgos es justa y deseable. Pero la controversia se suscita precisamente por la paridad forzosa, tanto en la adjudicación de becas como en los proyectos de investigación (como lo busca un actual proyecto de ley). Como con estas medidas se corre el riesgo de intentar solucionar una injusticia por medio de otra, parece crucial hacerse antes algunas preguntas.

La primera de ellas se refiere a la identificación de los sesgos y la posibilidad de medirlos. Hay otros sesgos tan graves como el género y la orientación sexual, como la edad o el nivel socioeconómico. La diferencia entre materias también es relevante (no hay que olvidar que en el Simce las mujeres obtienen mejores puntajes en lenguaje, y los hombres, en matemáticas). ¿Por qué corregir con medidas coactivas el resultado de unos sesgos y no de los otros? ¿Y cómo podremos saber que los sesgos han sido eliminados, y que así la paridad forzada ya no es necesaria?

Mientras tanto, habrá que hacerse cargo de las consecuencias de la aplicación de la medida. Algunas de estas ya las hemos mencionado, pero hay más. La paridad puede terminar perjudicando a las mujeres, como ya ha sucedido en alguna elección. Esto es particularmente cierto en las disciplinas en que el número de postulantes mujeres es mayor.

La participación femenina puede y debe ser incentivada, y se deben paliar los efectos de la inequidad. Pero esto solo se puede hacer con prudencia, prestando atención a costos, eventuales incentivos perversos y posibles efectos secundarios. El remedio, en caso contrario, puede agravar la enfermedad.

Alejandra Carrasco
PUC

Gabriela Caviedes
Manfred Svensson
Uandes

Luis Placencia
U. de Chile

Gabriela Rossi
PUCV

Felipe Schwember
FARO-UDD