Reseña publicada el jueves 13 de octubre de 2022 por Ciper.

Sobre La historia oculta de la década socialista (Uqbar, 2022), de Ascanio Cavallo y Rocío Montes, crónica periodística y de detallado análisis sobre dos períodos de gobierno de nuestra historia reciente. «… es posible constatar que la crisis política actual responde, en parte importante, al modo en que la propia Concertación ejerció el poder, haciendo primar los personalismos populares por sobre los proyectos políticos, y desequilibrando la capacidad de los partidos para canalizar y conducir».

Las protestas, elecciones y plebiscitos de los últimos años muestran con elocuencia que nuestro pasado reciente es y seguirá siendo objeto de disputa. Asimismo, la mirada que tengamos sobre este nos inclina a tomar una u otra actitud ante la contingencia y las discusiones políticas del día a día. Frente a opiniones encontradas acerca de nuestra historia, en un momento en que abundan interpretaciones de lado y lado, los autores de La historia oculta de la década socialista intentan bajar la pelota al piso y realizar un ejercicio quizás menos glamoroso, pero muy necesario: apegarse lo más posible a los hechos para dejar que ellos hablen por sí mismos.

Con ojos y olfato periodísticos, Ascanio Cavallo y Rocío Montes, nombres reconocidos en el medio local, relatan la historia del gobierno de Ricardo Lagos (2000-2006) y el primer gobierno de Michelle Bachelet (2006-2010), con especial atención a los laberintos de la política y a los resortes del poder. Manteniendo el estilo y modo de aproximarse a los hechos, este libro continúa la serie de Ascanio Cavallo (Premio Nacional de Periodismo 2021) compuesta por La historia oculta del régimen militar (con Manuel Salazar y Óscar Sepúlveda) y La historia oculta de la transición. En 33 capítulos, los autores abordan distintos episodios que explican esta primera década del siglo XXI, aunque para ello deban retroceder momentáneamente a unos pocos hechos cruciales de finales de los 90 que marcaron a fuego la década siguiente. Así, desde el arresto de Pinochet en Londres hasta el terremoto del 27 de febrero de 2010, se pasa revista al caso MOP-Gate, la «mesa de diálogo», la tragedia de Antuco, el caso Spiniak, la discusión y negociación que llevó a la Constitución de 2005, la «revolución pingüina» o el inicio caótico del Transantiago, entre muchos otros.

Una de las marcas de estilo de este libro es la minuciosidad radical, que a ratos puede hacer que los nombres, reuniones, rencillas entre facciones o datos técnicos sean algo excesivos para aquellos que no sintonizan de lleno con la pasión periodística que exudan sus 400 páginas. Así, tanto los funcionarios de segunda y tercera línea de los distintos gobiernos, como los personajes de otros países que, importantes o no, se cruzan en el camino de la política chilena, están consignados con un nivel de detalle que casi se desborda a la obsesión. Algo similar ocurre en aquellos capítulos que tratan los enredos bancarios, burocráticos o judiciales, como «Caiga quien caiga», dedicado al caso MOP-Gate; o «El zafarrancho aquel de Santiago», que aborda la planificación e implementación caótica del Transantiago, en el que las comisiones, informes, votaciones y presupuestos no hacen fácil seguir la trama política que les interesa relatar a Cavallo y Montes. Dicho eso, no es menor el mérito de los autores de sintetizar cada uno de estos episodios difíciles y complejos con objetividad y en poco más que una decena de páginas, por lo que el balance es sumamente positivo.

Aunque no es un libro que pretenda demostrar una tesis central ni hacer una interpretación de la historia reciente de Chile, ofrece material de sobra para que sea el mismo lector quien se arriesgue con algunas conclusiones. Así, luego de repasar el comienzo de los años 2000 es posible constatar que la crisis política actual responde, en parte importante, al modo en que la propia Concertación ejerció el poder, haciendo primar los personalismos populares por sobre los proyectos políticos, y desequilibrando la capacidad de los partidos para canalizar y conducir (de manera especial, bajo la figura de Bachelet, cuyo liderazgo queda particularmente cuestionado). Por otro lado, estas historias nos recuerdan todo el tiempo la precariedad de un aparato estatal que, a pesar de los denodados esfuerzos por modernizarlo, no logra tener estructuras y competencias capaces de responder a catástrofes —el capítulo acerca del terremoto es elocuente al respecto—, ni evitar desastres de diversa laya, como el Transantiago. Un clarísimo ejemplo de esta precariedad es que uno de los casos más bullados de corrupción pública, Inverlink, fue descubierto de casualidad por el error de digitación de una secretaria, no por las capacidades del Estado de revisar sus propios mecanismos y protocolos. Pero no todo es blanco o negro: en paralelo, contemplamos los esfuerzos políticos de actores como Cheyre o Lagos por modernizar, mejorar y avanzar en sus distintas esferas de competencia. A fin de cuentas, el poder y la administración siempre son ejecutadas por personas, impidiendo las evaluaciones simplistas y desconectadas de su contexto.

La historia oculta de la década socialista se deja leer como una novela de intriga política. No será, quizás, un equivalente a la serie House of cards, sino una historia mucho más pedestre y menos glamorosa, que muestra las limitaciones y grandezas de nuestra clase dirigente y, sobre todo, que comprueba que la política transita constantemente por un camino estrecho y arriesgado. Así, cuando veinte años después se critica con inclemencia uno u otro aspecto del pasado, sirve tener a la vista la contingencia que, siempre abierta e incierta, podría haber tomado caminos que deparaban un futuro más oscuro. Y aunque en esto no sirven las complacencias, se podría parafrasear aquella frase que, varios años después, diría Michelle Bachelet: cada día podría ser peor.