Columna publicada el lunes 24 de octubre de 2022 por El Mercurio.

Este es y será un gobierno feminista. Así lo ha reiterado en varias ocasiones el Presidente Boric, en un esfuerzo por capitalizar las múltiples y heterogéneas demandas que el movimiento feminista ha impulsado, con especial fuerza, desde mayo del 2018. Pero en este caso, se trata de un feminismo de corte progresista que, a pesar de tener importante presencia mediática, no parece concitar una adhesión mayoritaria real. Por ejemplo, de acuerdo con la encuesta Criteria Research de 2021, solo 36% de las mujeres encuestadas respondió que se siente muy o bastante identificada con el movimiento feminista, mientras que el resto se declara poco y nada identificada. Esto, a pesar de que el 91% de ellas considera que Chile es un país machista.

El rechazo a la propuesta de la Convención también es indicativo de la distancia que separa a la ciudadanía del feminismo de la nueva izquierda que hoy ocupa La Moneda. Es innegable que esta agenda ostentaba un lugar preponderante en el texto presentado y, no obstante, no logró convencer ni siquiera al electorado femenino. Sin duda que los motivos del Rechazo son de muy diversa índole, pero también es cierto que varias de las propuestas consideradas como feministas contribuyeron a ese resultado, por su radicalidad. Particularmente, las que establecían la posibilidad de otorgar rango constitucional al aborto sin ningún tipo de constricciones.

Es posible suponer que aun cuando la mayoría de las mujeres comparte buena parte de los diagnósticos sobre los problemas que las aquejan, existen diferencias importantes en el enfoque, métodos y énfasis establecidos por el feminismo de gobierno para resolverlos. Nada de esto, sin embargo, parece encontrar eco en las autoridades, que se rehúsan a hacer una autocrítica profunda, revisar sus premisas y hacer ajustes relevantes en sus prioridades políticas en esta y otras materias. Así, a pocas semanas del rotundo fracaso de la Convención, la ministra Orellana anuncia un proyecto de aborto sin causales, crispando los ánimos en un momento delicado, en el que urge llegar a acuerdos y actuar menos impulsivamente, de modo tal que puedan sintonizar con los asuntos que más preocupan a las personas y contribuir al diálogo político.

Mientras tanto, otros aspectos que son de suma relevancia para las mujeres tampoco han encontrado eco en el gobierno del Frente Amplio. Por ejemplo, el tema del cuidado, del que dependen tantos otros ámbitos. Esta fue una promesa de campaña, en la que se anunció la creación de un sistema nacional de cuidados y, sin embargo, hasta el momento no se ha visto ningún avance. El primer paso, el proyecto de sala cuna universal, que todavía requiere de varios ajustes, sigue dormido en el Congreso y no está en las prioridades legislativas del Ministerio de la Mujer. Si el Gobierno quiere realmente atender a las necesidades de las mujeres en este período de crisis, debiera dejar de lado su obstinación ideológica y enfocarse en las urgencias sociales más acuciantes.