Columna publicada el martes 27 de septiembre de 2022 por La Tercera.

  1. El octubrismo es la sensibilidad política de aquellos en la izquierda que validaron y validan usar la violencia y el miedo contra el adversario concebido como “enemigo” para avanzar sus causas. Hicieron nata en 2019, al punto que muchos en la izquierda democrática no se atrevían a llevarles la contra. “El miedo cambió de lado”, gritaban los octubristas. Tal como “momios al paredón y momias al colchón” -uno de los eslóganes de esa época tan profundamente democrática que añora el Presidente/Profeta- la idea era infundir temor existencial en el enemigo político.
  2. Como toda acción genera una reacción equivalente, desde 2019 también viene fraguándose un antioctubrismo entre aquellos que, efectivamente, sintieron miedo y se vieron agredidos. El Partido Republicano ha capitalizado ese impulso, así como el Partido de la Gente (que ha ido girando hacia discursos de “derecha alternativa”). El crecimiento exponencial de la delincuencia y del crimen organizado a lo largo de todo el país, así como la migración descontrolada y la crisis económica, alimentan esta reacción. El triunfo en primera vuelta de Kast (que hoy es un tibio dentro de su mundo) el año pasado es la punta del iceberg.
  3. El sentimiento de estar librando una lucha por la existencia es generalizado hoy en los círculos de derecha. Por eso el resultado del plebiscito se vivió como epifanía: como si el país les hubiera reconocido el derecho a existir, frente a un gobierno y a una Convención que buscaban excluirlos sistemáticamente de todo espacio de representación y despojarlos de toda identidad. Los principales responsables de esta sensación de lucha existencial son los intelectuales y políticos de izquierda que reintrodujeron en nuestra convivencia el código de amigos/enemigos, así como las pretensiones totalizantes de la llamada “democracia radical”. Nadie dijo guerra, pero no existe verdadera política entre enemigos.
  4. Por todo lo anterior, la idea de continuar el proceso constitucional es tremendamente resistida hoy en todos los mundos de la derecha. Salidos de la boca del león, no pretenden volver a ella a negociar nada. Cuando se lucha por existir no se hacen concesiones.
  5. La nueva izquierda que nos gobierna parece no estar al tanto de lo seria que es la situación. Cada vez que repiten que aquí no hubo derrota, que hay que dar un pasito para atrás para seguir con dos hacia adelante o que se adelantaron a su época pero ya vendrá su hora, confirman las sospechas de quienes ya no están dispuestos a tratar más que de forma manipulativa con ellos.
  6. Por lo mismo, es absurdo que la misma izquierda que pretendió borrar del mapa a la centroderecha y a la derecha, y que durante la Convención celebró no hablarles y que los patearan en la calle, ahora pretenda ofenderse porque los partidos de derecha ponen condiciones con tejo pasado para continuar el proceso constitucional. ¿Es que acaso no ven las consecuencias de sus actos?
  7. La centroderecha no ganó el último plebiscito. Eso es claro. Su principal virtud fue un disciplinado no aparecer, junto con establecer compromisos centristas que le dieron viabilidad al Rechazo (contra el gusto de buena parte de la “derecha alternativa”). Pero la nueva izquierda sufrió una de las mayores derrotas democrática de la historia de nuestro país, llevando al Presidente de la República y su gobierno como guaripolas. ¿Con qué cara andan ahora apuntando con el dedo y exigiendo cosas? ¿Tampoco quieren hacerse responsables de esa derrota? La centroderecha no ganó el plebiscito, pero tiene una manija democráticamente ganada en el Congreso (la misma en la que descansa el gobierno para renovar los estados de excepción y aprobar el TPP11) y pretende usarla de una forma no suicida. ¿Qué hay de irracional o inmoral en eso? De hecho, es porque no ganó el plebiscito que no pueden llegar y pactar que la cosa siga rapidito no más. Necesitan construir una posición que haga sentido más allá de ellos mismos.
  8. El documento de toma de posición de RN, Evópoli y la UDI es claro: quieren que el gobierno se dedique a gobernar (principalmente a contener la crisis económica y de seguridad pública) y que la negociación sobre la continuidad del proceso constitucional se radique en el Congreso. Esto es lógico: el gobierno, que jugó de delantero por el Apruebo, no puede pretender ser ahora árbitro. Boric perdió toda estatura como jefe de Estado, quedando como puro gobernante (fue advertido en innumerables ocasiones). A continuación, en el texto partidista, se señalan condiciones que son claramente un tejo pasado, pero que buscan representar los temores y la situación de buena parte de su base de votantes. Son las condiciones para subir de nuevo al barco a personas a las que el proceso anterior juró tirar por la borda. Por lo mismo, son rudas. Imposible que no lo sean.
  9. Escalona, Soto y Elizalde entendieron de inmediato la situación. Por eso reaccionaron de manera racional y templada: hay que negociar, hay que responder, hay que aunar posiciones. El arbolismo profético, en cambio, reaccionó altanero, vociferante y moralista.
  10. El proceso constituyente no está obstruido. Está ocurriendo. La carta de posición de los partidos de centroderecha es parte de él. Lo que anuncia es una antesala dura y de largas conversaciones y negociaciones entre las fuerzas políticas. Muchos temen que la “cocina” previa espante al pueblo. Sin embargo, es el único camino para tener una nueva Convención armónica y decorosa: limar las asperezas antes. De eso se trata la política.
  11. Finalmente, la izquierda tendrá que decidir si prefiere entenderse y buscar forjar acuerdos honestos con los Panchos buenos (Chahuán, Undurraga) y Javier Macaya o vérselas con Pancho Malo, el comisario Rivas, Gonzalo “Servel” de la Carrera y todo lo demás que se cuece en el antioctubrismo. Suena divertido, pero la pregunta es muy seria. Hoy en la mañana la representante de Republicanos Chiara Barchiesi fue incapaz de responder en la radio si la funa pinochetista contra Macaya era o no violenta, era o no legítima. “Habría que preguntarle a Macaya”, señaló. Ayer ganó las elecciones en Italia una señora que hace diez años dijo que Mussolini había sido un gran político. En todo el mundo occidental la democracia enfrenta un crudísimo invierno. Tal como a comienzos del siglo XX, la izquierda lo ha recibido con aplausos. Sobre la nieve, piensan, la historia se desliza más rápido. Hasta que escuchan el aullido de los lobos.