Carta publicada el viernes 16 de septiembre de 2022 por El Mercurio.

Señor Director:

La centroderecha adquirió el compromiso de seguir impulsando el proceso constitucional, y debe cumplirlo. Sin embargo, hay tres factores que se le oponen: el primero es el desprestigio popular de la Convención Constitucional como mecanismo, del cual es responsable la izquierda que reventó ese espacio tratando de llevarse la Constitución para la casa. ¿Cómo convencer ahora a las mayorías de que haciendo lo mismo obtendremos resultados distintos? El Partido Comunista y la izquierda identitaria no solo corrompieron el proceso, sino también el instrumento.

El segundo factor es la incapacidad de autocrítica reflexiva del Gobierno. Si bien el cambio de gabinete apunta, más o menos, en una dirección, las declaraciones del Presidente van en otra: afirma que no se equivocaron, que no hay nada que revisar, sino que se “adelantaron”. Ciega arrogancia. De este modo, sale al paso de las amenazas comunistas de poner los dos pies en la calle, pero al costo de hacer muy difícil un diálogo con las fuerzas de centro.

El tercer elemento es la emergencia de una reacción política eficaz, impulsada por el crimen descontrolado y la economía a la rastra. El Partido de la Gente y los republicanos, con distintos discursos, van consolidando un núcleo populista y autoritario de signo opuesto al populismo “antineoliberal” que intentó usurpar la Convención. Su crecimiento fue desacelerado por el triunfo del Rechazo, pero si la izquierda gobernante no revisa honestamente su rumbo político, posibilitando acuerdos centristas, la centroderecha irá siendo arrastrada por estas fuerzas.

Es una ironía histórica que el Presidente Boric deba elegir entre renovar la política de los acuerdos o rendirse al triunfo de la antipolítica. Pero así es la historia humana.