Carta publicada el domingo 6 de marzo de 2022 por El Mercurio.

Señor Director:

El señor Cristóbal Andrade se refiere en carta de ayer de modo entusiasta al artículo sobre libertad religiosa que se presentará al pleno de la Convención Constituyente. Al margen del contenido de dicho artículo, hay aquí tres cosas que llaman la atención.

Lo primero es que se presente como gran cosa que haya un artículo que afirme tal libertad. Esto, lejos de ser signo de moderación, solo indica que no se trata de un documento abiertamente totalitario. Muy bien, pero nada de lo cual jactarse.

Lo segundo es que muy al margen de su respectiva orientación política, parece evidente que los creyentes deben votar no solo preguntando por sus propias libertades, sino por el daño que numerosas otras disposiciones pueden generar. La inclusión del aborto libre —una atrocidad que supera a la ampliación a 24 semanas que acaba de aprobar Colombia— es un ejemplo elocuente del rumbo que en este sentido han tomado las cosas. Lo mismo vale, por cierto, para el modo en que ha sido tratada la objeción de conciencia.

Por último, hay una cuestión más general: las listas de libertades afirmadas son una cosa, el espíritu general del documento es otra. Y en lo que se refiere a la relación entre religión o visión de mundo y cultura, el borrador de Constitución está adquiriendo una orientación culturalista que inevitablemente tendrá consecuencias sobre la interpretación futura del documento. Los creyentes creemos en milagros, claro está, ¿pero qué clase de milagro podrá aún tornar aceptable este documento?