Carta publicada el domingo 13 de marzo de 2022 por La Tercera.

Gabriel Boric asumió la presidencia invocando a “el y los pueblos de Chile”. Muchos parlamentarios y convencionales también usan con frecuencia esa expresión. Detenerse en ella ayuda a comprender los desafíos y tensiones que enfrenta la nueva izquierda que llega a La Moneda.

Una parte de Apruebo Dignidad suele hablar de “los pueblos” para aludir a los pueblos originarios, cuyas agendas se han tomado la Convención Constitucional. Otros dirigentes de izquierda (y a veces los mismos) aluden a “el pueblo” como si fuera un ente homogéneo, al cual el nuevo oficialismo vendría a dar voz y expresión. Ambos enfoques, sin embargo, pierden de vista la honda diversidad política y cultural de nuestra sociedad. No hay “un pueblo” uniforme, sino que una ciudadanía plural con múltiples anhelos, intereses y necesidades. Y su diversidad —las grandes mayorías— obviamente no se reduce a la cuestión indígena. 

Lo anterior podría parecer evidente, pero la misma Convención donde el mundo de Boric tiene un rol protagónico ha sido incapaz de tomarse en serio el pluralismo. Basta recordar no sólo la exclusión sistemática de la centroderecha al construir los dos tercios, sino también una serie de contenidos que niegan, en los hechos, la diversidad social. Así, en comisión se ha rechazado el derecho preferente de los padres para educar a sus hijos, el pleno aprobó hace pocos días una educación sexual única y el aborto se estableció sin siquiera dar lugar a la objeción de conciencia. El Estado y las izquierdas imponiendo su agenda a matacaballo.

Todo esto inevitablemente repercutirá en la marcha del gobierno de Boric. Como ha sincerado su ministro Jackson, los destinos de la nueva administración y del órgano constituyente están atados. Y si las izquierdas continúan actuando como lo han hecho hasta ahora, el resultado es más que previsible. El plebiscito de salida no sólo distará de ser el punto de encuentro que dijo anhelar el Presidente Boric en su primer discurso. De no cambiar las cosas, el plebiscito será el hito de mayor división del Chile posdictadura. Una fractura política y social.

La gran pregunta es si Gabriel Boric y su coalición realmente desean articular un proyecto nacional e integrador, que evite ese quiebre. Los pueblos de Chile —todos— están expectantes.