Carta publicada el miércoles 2 de marzo de 2022 por El Mercurio.

Señor Director:

En su columna de ayer, Eugenio Tironi advierte lúcidamente que, desde el punto de vista de los contenidos, el empeño refundacional de la Convención es inédito. En efecto, a partir de una mitificación del 18 de octubre —y en desmedro de la transversalidad del Acuerdo de noviembre—, el órgano constituyente no aspira “simplemente a cambiar el modelo económico o reformar el sistema político”, sino que “a mucho más, más de lo que jamás pretendió Guzmán”.

Tironi olvida, sin embargo, que la historia de la Concertación no se agotó en meros “cambios, mitigaciones y graduaciones”. Estas lógicas y el esfuerzo subyacente de comprender las “motivaciones y objetivos” del nuevo orden fueron paralelos a una movilización electoral de gran escala que le dijo No a Pinochet, venciéndolo con un lápiz y un papel. Es solo después de ese triunfo histórico que se articulan los acuerdos y las prácticas políticas que sustentan el Chile posdictadura, no antes. Y, tal como muestra esa experiencia, es perfectamente posible defender la república, propiciar un espíritu constructivo y derrotar en las urnas a quienes han impulsado una refundación. Nunca está de más recordarlo.