Columna publicada el lunes 14 de febrero de 2022 por La Segunda.

  1. Varios estudios, análisis y antecedentes sugieren que en amplios sectores de la sociedad chilena hoy predomina un profundo anhelo de cambios sociales, pero con estabilidad; cambios que no pongan en peligro los progresos de las últimas décadas. Si se quiere, se trata de un deseo de mayor seguridad —y no más incertidumbre— en las distintas dimensiones de la vida: más protección social, más orden público y así.
  2. Gabriel Boric captó el fenómeno a tiempo. Esto explica sus renovados énfasis, tono e imagen luego de la primera vuelta, donde José Antonio Kast —no lo olvidemos— le arrebató el primer lugar a Boric. Mientras tanto, las comisiones de la Convención Constitucional o, para ser precisos, las fuerzas de izquierda dentro de ella, han decidido cerrar los ojos a esta realidad.
  3. Ese ensimismamiento es enigmático. Por un lado, hay grupos que serán parte del nuevo gobierno, como el Colectivo Socialista, cuyos convencionales difícilmente ignoran el cuadro descrito. Por otro lado, tanto Michelle Bachelet como Sebastián Piñera pagaron muy caro sus respectivas borracheras electorales. Ambos cometieron —cada uno a su modo— el error de confundir una mayoría importante, pero puntual, con un supuesto e inexistente respaldo a la totalidad de sus programas.
  4. La Convención no está libre de ese riesgo. De hecho, su singular composición se explica en gran medida por ciertas reglas electorales fijadas ad hoc, así como por el crispado contexto político en que se produjo la votación de constituyentes. Ella ocurrió en un período muy difícil de la pandemia, marcado además por la polémica sobre los retiros de fondos previsionales. Naturalmente, ni la elección parlamentaria ni la presidencial repitieron una correlación de fuerzas semejante.
  5. Cabe recordar, asimismo, que desde antes de la elección de mayo de 2021 diversos sondeos de opinión adelantaron el perfil que la ciudadanía privilegiaba para el órgano constituyente: personas independientes, con competencias técnicas o profesionales y dispuestas a articular grandes acuerdos, más allá de sus ideas políticas iniciales. Nada de eso es lo que predomina hasta ahora en las distintas comisiones de la Convención.
  6. No es claro cuáles serán los efectos de este comportamiento. Aunque era demasiado optimista pensar que los convencionales estarían a la altura de la transversalidad del Apruebo, sí era esperable y conveniente, tanto para el debate constitucional como para el país, que intentaran tomarse en serio el desenlace parlamentario y presidencial. Muchos convencionistas, sin embargo, parecen creer que el presidente electo —el intérprete de la mayoría del electorado en diciembre— fue Daniel Jadue. Ya sabemos cómo terminó la aventura del alcalde en las primarias.