Carta publicada el sábado 15 de enero de 2022 por El Mercurio.

Señor Director:

Coincidimos con Gonzalo Valdés en que “ningún régimen de gobierno por sí mismo evita la fragmentación”, y también en que dicho régimen es “solo una parte del sistema político”. De ahí, precisamente, la importancia de articular una visión de conjunto en esta materia. La pregunta es cómo favorecer una institucionalidad legítima y eficaz para nuestra realidad política, caracterizada no solo por la falta de mayorías legislativas, sino también por el profundo arraigo de la institución presidencial.

En este contexto, se han sugerido tanto dentro como fuera de la Convención diversas modificaciones para facilitar la cooperación y los gobiernos de mayoría en el marco del presidencialismo chileno. Es decir, dentro de un cuadro en que el portador de la piocha de O’Higgins es efectivamente jefe de gobierno y jefe de Estado. Por ejemplo, la creación de la vicepresidencia de la república, el robustecimiento técnico del Congreso y la elección de los parlamentarios junto con el balotaje. Otros, en cambio, insisten en fórmulas híbridas, como la peruana, cuyo bloqueo político solo se ha agravado con la censura, la disolución y el unicameralismo. El lector juzgará.