Carta publicada el jueves 13 de enero de 2022 por El Mercurio.

Señor Director:

En su respuesta a mi carta del lunes, Gonzalo Valdés argumenta que la crisis de Perú deriva de la fragmentación y debilidad de sus partidos políticos. Es indudable que esos factores —cada vez más visibles en Chile— influyen decisivamente en la inestabilidad del país vecino. Pero la pregunta fundamental, que Valdés omite, es si un modelo híbrido ayuda o más bien agrava la situación en esas circunstancias. El problema no es “la cohabitación” en abstracto (de la cual yo no hablo, por cierto). El punto relevante es cómo funciona en concreto el sistema peruano y, sobre todo, cómo operaría en Chile la fórmula análoga propuesta por el Colectivo del Apruebo, que motivó mi carta inicial (respecto de la cual Valdés tampoco se pronuncia, por cierto).

Al articular el régimen político resulta indispensable atender a los rasgos específicos de nuestro país. Si consideramos el arraigo de la institución presidencial, la necesidad de un sistema más eficaz, la creciente fragmentación política y la debilidad de nuestros partidos, la conclusión es clara: nada aconseja imitar el modelo peruano.