Carta publicada el martes 19 de octubre de 2021 por La Tercera.

SEÑOR DIRECTOR:

Jorge Jaraquemada, de la Fundación Jaime Guzmán, en su última carta insiste en combatir un mono de paja. Yo no he afirmado en ninguna parte que Guzmán justificara las violaciones a los DD.HH. cometidas por la dictadura. Nunca lo hace. Y efectivamente usa su influencia para intentar proteger a algunas personas. La sutileza a la que yo apunto en mi libro “El precio de la noche”, de la que Jaraquemada se burla, es que Guzmán, sabiendo lo que el régimen hace (pues protege a algunos de dichos actos), decide seguir colaborando con él hasta el final. Dicha decisión implica, para cualquier católico inteligente, una obvia tensión entre salvar la ciudad y salvar el alma.

Luego, Jaraquemada apunta correctamente a que Guzmán no pensaba que los comunistas fueran ángeles caídos. Habría sido efectivamente ridículo. Pero sí consideraba (siguiendo a Julio Philippi) que hacen el mal por amor al mal y no por mero error. Esta idea es curiosa (pues implica hacer el mal justamente comprendiendo sus consecuencias). Y aunque Guzmán advierte que hay que evitar razonamientos maniqueos a partir de ella, no es claro cómo conseguirlo. Lo que yo defiendo es que su lectura escatológica del marxismo es importante para entender su compromiso con la dictadura.

Finalmente, agradezco a Jaraquemada el advertir que mi cita contenía una interpolación que debería haber ido entre paréntesis. Esto se debe a que cité desde un cuaderno de apuntes y no con el texto a mano. Sin embargo, me parece que no corrompe su sentido original, pues solo fijaba la referencia de la cita. El lector puede juzgarlo leyendo “El reino de las tinieblas” (Ercilla, 20 de mayo de 1981). Ojalá, para tal efecto, la FJG sumara dicho texto a su muy útil archivo virtual.

También invito a Jaraquemada a salir de la trinchera, leer mi breve libro y darse cuenta de que no intento destruir a su ídolo, sino tratar de comprenderlo en sus luces y sombras, aprendiendo de ambas.